El fósforo es un elemento necesario para la calcificación ósea y dental. Ingresa en el organismo a través de la alimentación, particularmente los cereales, los huevos, el pescado, las carnes, los productos lácteos y los frutos secos. La carencia en fósforo puede ser debida a una alimentación desequilibrada, a un embarazo o a la lactancia, a un problema digestivo o a la toma de ciertas medicinas. Los síntomas que aparecen son un hormigueo a nivel de las extremidades, debilidad muscular y dificultad para respirar. Las sales de fósforo pueden compensar la deficiencia. En la práctica la carencia de fósforo es muy poco frecuente.