Históricamente, el término neurosis designaba una enfermedad nerviosa o una alteración del sistema nervioso sin que ninguna lesión anatómica fuera identificada. Las neurosis se distinguen de las psicosis, por la ausencia de alteraciones profundas de la personalidad. En este caso, la persona es absolutamente consciente de su problema y no puede desembarazarse de él a pesar de su voluntad. Entre las neurosis distinguimos la neurosis fóbica, que se caracteriza por el miedo a una cosa (aracnofobia o miedo de las arañas, la agorafobia o la aprensión a los grandes espacios superpoblados, la claustrofobia o el miedo a sentirse encerrado), la neurosis de angustia, caracterizado por crisis de angustia, o la neurosis obsesiva destinada más comúnmente a trastornos obsesivos compulsivos (TOC). La neurosis obsesiva es un síndrome neurótico que se caracteriza por obsesiones seguidas de rituales que pretenden conjurarlas. El TOC es una patología que afecta al adolescente o al adulto joven.
El paciente presenta una o varias obsesiones contra las cuales lucha todo el tiempo e intenta conjurarlas a través de diferentes ritos, o eliminarlas por fórmulas mágicas.
La obsesión es percibida por la persona como un pensamiento intrusivo, incontrolable, generador de angustia, del que se distinguen clásicamente tres tipos:
La compulsión es una técnica de ritos que se desarrolla para luchar contra esta obsesión. Pueden ser:
Antes de hacer este diagnóstico el médico debe asegurarse de que el paciente no sufre ningún problema neurológico que podría estar causando estos síntomas. En caso de descripción típica por el paciente de los signos clínicos mencionados anteriormente, generalmente no se requiere otro examen adicional. A veces, sin embargo, se realiza un escaner cerebral o una RMN.
Según la intensidad de los disturbios se plantea un tratamiento a base de antidepresivos y\o ansiolíticos. Un seguimiento psicoterapéutico se suele asociar frecuentemente.