La Tomografía por Emisión de Positrones (PET, por su ordenamiento en inglés) es una herramienta de confirmación y de diagnóstico, pero también se utiliza en la prevención.
El PET es una técnica de diagnóstico no invasiva que permite realizar imágenes que muestran el metabolismo y el funcionamiento de tejidos y órganos, basándose en el consumo de glucosa.
Estas pruebas son precisas y ofrecen exploraciones hasta hace poco tiempo prácticamente impensables.
¿Cómo funciona?
Todos los tejidos consumen glucosa, pero aquellos en los que se está produciendo una proliferación maligna consumen mucha más.
Inyectando al paciente una solución de glucosa con un marcador radioactivo (pero inocuo) y pasándolo por el PET éste recoge la radiación que en ese momento emite.
Esa radiación permite al sistema operativo del PET dibujar un mapa del cuerpo en el que se recogen, si las hubiera, las mayores concentraciones de glucosa, de modo que el médico puede determinar la malignidad de un bulto ya conocido o incluso detectar metástasis en sus grados más incipientes.
Nos puede aportar rapidamente el diagnóstico de un tumor, determinando si es maligno o benigno, e incluso el estadiaje si resultara maligno, esto último tan importante para el tratamiento y pronóstico de los pacientes con cáncer.
¿Para qué se utiliza en Oncología?
El PET se utiliza fundamentalmente para comprobar la malignidad de los tumores.
Las células tumorales, por su metabolismo oxidativo, necesitan más glucosa.
Para detectar dónde están o cómo actúan, se introducen radiofármacos como la fluordesoxiglucosa, o f18-fdg, que permite detectar casi todos los tumores y cuya radiación decae en dos horas.
Tener disponible esta glucosa radioactiva es complejo: estos productos se fabrican cada día en un ciclotrón, un aparato del que solo existen unas cuantas unidades en América Latina.
Una de sus grandes utilidades es detectar las metástasis: se pide la prueba para el estudio de extensión de un cáncer.
Con esa información se diseña la mejor opción terapéutica, si la más oportuna es la quirúrgica, con la resección de la zona tumoral, la quimioterapia, la radioterapia o la combinación de varias.
Una vez realizados los tratamientos una prueba de PET permite comprobar si han tenido éxito.
Alta sensibilidad de la prueba
El PET genera unas imágenes claras, y actualmente se han desarrollado sistemas de PET con tomografías computarizadas (TAC) que suponen grandes mejoras en el resultado de la prueba.
Una de las mejores es la disminución en el tiempo de 40 a 20 minutos.
El PET ofrece una información que puede ser determinante para cambiar el tratamiento de un paciente y aumentar así su esperanza de vida.
Se estima que el PET tiene una sensibilidad del 95% para distinguir si un tumor de pulmón es maligno, en comparación con el 68% del TAC.
¿En qué tipo de tumores?
Permite detectar cánceres de cerebro, mama, pulmón, ovario, páncreas, colon, recto, gastroesofágicos, endocrinos, de cabeza y cuello, entre otros.
Beneficios del PET
Diagnóstico de diferentes patologías, antes que ocurran los cambios estructurales, ya que los cambios metabólicos anteceden a los cambios anatómicos.
Mejora del pronóstico de muchas enfermedades al permitir un diagnóstico precoz.
Es posible evaluar precozmente la respuesta a terapia en el paciente a través de los cambios de metabolismo de una lesión.
Reduce costos al evitar procedimientos, tratamientos y hospitalizaciones innecesarias.
Puede reemplazar a múltiples procedimientos de diagnóstico.
Identifica además lesiones de tipo metástasis a distancia lo que cambiará la conducta terapéutica.
Define con mayor exactitud que pacientes se beneficiarán de un procedimiento quirúrgico.
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