Se han realizado muchas investigaciones respecto a la sexualidad en la 3ª edad ( Kinsey, Masters y Johnson, Hite y otros autores) y se ha puesto en evidencia que la sexualidad de los ancianos puede mantener un nivel funcional adecuado.
En la sociedad desarrollada el incremento de la esperanza de vida ocasiona que cada vez haya más ancianos. La mitad de los hombres ancianos por encima de los 90 años mantienen el interés sexual aunque también es cierto que apenas un 15% de ellos realizan prácticas sexuales.
En la sociedad el tema de la sexualidad en los ancianos es considerado un tema tabú. Sin embargo, no existe una edad en la que el deseo y la necesidad sexual se acabe. En ocasiones estas personas sienten vergüenza y culpabilidad por tener pensamientos sexuales. Hay que tener en cuenta que la sexualidad no es unicamente realizar el coito y que comprende otras conductas y prácticas que pueden ser enormemente enriquecedoras.
La disminución de las relaciones sexuales con la edad está documentado en los numerosos estudios realizados, tanto en los hombres como en las mujeres, aunque todos ellos coinciden en que está disminución es especialmente relevante en las mujeres. Esta disminución más severa en la población femenina podría estar en relación con la falta de pareja ya que su esperanza de vida es superior a las de los hombres.
Sin embargo, diferentes estudios médicos demuestran que la mayoría de los ancianos son capaces de tener relaciones y de sentir placer al igual que las personas más jóvenes.
Steinke realizó otro estudio en 144 residencias geriátricas en las que se demostró que existía un gran desconocimiento del tema de la sexualidad en los ancianos así como actitudes muchas veces prohibitivas que impedían su aproximación.
En un reciente estudio se observó que un 75% de los hombres permanecen sexualmente activos durante la séptima década de la vida, y que en un porcentaje equivalente de mujeres permanece la capacidad de orgasmo. Respecto al interés sexual los hombres entre los 60 y 65 años de edad presentan entre un 77% y un 88% de interés sexual, que disminuye al 50- 72% a partir de los 88 años.
En las mujeres entre 60 y 65 años el interés sexual oscila entre 50% y 71% y disminuye a porcentajes de 19% a 33% a partir de los 78 años.
Hay que tener en cuenta la diferencia entre envejecimiento y enfermedad. Los cambios biológicos que se producen con el envejecimiento son importantes para poder comprender el porqué de la disminución de la actividad sexual en esta etapa de la vida.
Lo producción de testosterona empieza a bajar lentamente a partir de los 55-60 años. La producción de esperma empieza a disminuir a partir de los 40 años. Los cambios en el hombre son progresivos y se instauran lentamente a lo largo de los años. Estos cambios incluyen: erecciones más lentas, necesidad de mayor estimulación para tener una erección, aumento del período refractario y la eyaculación más retrasada y menos intensa.
Para algunas mujeres la llegada de la menopausia es vivida como una liberación debido a la tranquilidad respecto a un posible embarazo no deseado. Esta situación les permite a menudo vivir su sexualidad de forma más intensa y enriquecedora. La mujer menopáusica mantiene, en general, la conducta sexual que ha tenido los años previos a la aparición de la menopausia. Esta situación varía cuando aparece la enfermedad. Sin embargo aparecen una serie de cambios anatómicos a tener en cuenta debidos a la disminución de las hormonas sexuales (estrógenos y progesterona) como la sequedad vaginal por dificultades en la lubricación, menos capacidad multiorgásmica y una cierta disminución del interés sexual (que podría estar ligado a la disminución en la producción de andrógenos por parte de los ovarios).