El cáncer de mama concierne a todas las mujeres, ya que es el más frecuente en ellas. La mitad de los cánceres se descubren cuando miden menos de 2 cm. Cada año en el mundo, un millón de cánceres de mama se detectan y 400.000 mujeres mueren.
El cáncer de mama puede empezar en diferentes zonas del pecho, por ejemplo, a nivel de los conductos, los lobulillos o, en algunos casos, del tejido intermedio.
Los llamados carcinomas ductales son aquellos que tienen su origen en las células que revisten los conductos galactóforos (conductos por donde circula la leche hacia el pezón). En cambio, los carcinomas lobulillares son los que se originan en las células de los lobulillos mamarios, donde se produce la leche. A su vez, se habla de carcinoma in situ cuando la proliferación celular maligna solo afecta al interior del conducto mamario, sin traspasar la pared (membrana basal) del mismo, es decir, sin invasión o infiltración del tejido (estroma) que lo rodea. Se considera el carcinoma ductal in situ o carcinoma intraductal si es dentro de un ducto y de carcinoma lobulillar in situ si es dentro de un lobulillo.
Cuando el carcinoma es invasivo o infiltrante, la proliferación celular maligna ya ha traspasado la frontera natural anatómica del ducto o del lobulillo y ha invadido el tejido de alrededor. Existen otros dos tipos de cáncer de mama, como el carcinoma inflamatorio de mama (en el que las células tumorales infiltran los vasos linfáticos, mientras que la piel y la mama están enrojecidas y calientes), su incidencia es baja, del 1 % al 3 % de todos los cánceres de mama. El otro tipo de cáncer de mama que se puede encontrar es el llamado enfermedad de Paget de la mama: se trata de una afectación de la piel del pezón y de la areola, asociado o no a un carcinoma subyacente intraductal in situ o invasivo.
Entre los factores de riesgo del cáncer de mama, se encuentra la ausencia de embarazo o un primer embarazo después de los 35 años, una primera regla precoz (antes de los 12 años), el riesgo se incrementa con la edad, una menopausia tardía (después de los 55 años) y el consumo de alcohol de forma regular (beber de 2 a 3 vasos de vino multiplica por dos el riesgo de cáncer de mama después de la menopausia).
Los factores genéticos también pueden influir, ya que la presencia de ciertos genes predisponen a la aparición de un cáncer de mama. La mutación de los genes BRCA1 y BRCA2 aumenta la probabilidad de desarrollar cáncer de mama hasta un 80 %. Esta mutación solo existe en el 10 % de la población. Por otro lado, estas mujeres pueden desarrollar un cáncer de mama de forma precoz, alrededor de los 40 o 45 años de edad. Una consulta oncogenética permite descubrir una predisposición familiar en mujeres con varias personas afectadas por cáncer de mama en la familia. En estos casos, se recomiendan controles más frecuentes que comprendan, por ejemplo, una resonancia magnética nuclear y que permita descubrir el tumor más rápido.
El cáncer de mama se manifiesta, en general, por la presencia de un bulto en el pecho. En algunas pacientes puede aparecer una secreción o sangrado por el pezón, una placa roja sobre el pecho, grietas, arrugas anormales o incluso descamación de la piel. Una importante proporción de pacientes no presenta signos, únicamente anomalías visibles en una mamografía. Cuando se descubre una anomalía se debe realizar una mamografía, ecografía o citopunción para determinar la necesidad de supervisar la lesión o de decidir la extracción del tumor.
En caso de querer ser mamá, concebir un bebé antes de los 29 años si el plan de vida lo posibilita (la edad media desde 2001 es de 28 y 29 años, mientras que en 1970 era de 24 años), disminuir los factores de riesgo como el tabaco, dejar el alcohol, evitar el sobrepeso y el sedentarismo, evitar los tratamientos hormonales prolongados de la menopausia, ya que agravan el riesgo de cáncer de mama entre 1,3 % y 2 %. También es importante detectar a las mujeres que tienen un alto riesgo individual de padecerlo.
Es un examen indoloro y rápido, aproximadamente de 15 minutos de duración, que permite detectar una anomalía y establecer un diagnóstico preciso. Se realiza de manera sistemática en mujeres de más de 50 años, como un seguimiento que permite detectar un tumor pequeño, invisible y no palpable, con el fin de instaurar un tratamiento que optimice las oportunidades de curación.
Los resultados de la mamografía se tienen el mismo día y se envían al médico correspondiente. Si se detecta una anomalía, se pueden practicar inmediatamente otros exámenes radiológicos, como una ecografía. Avisa al radiólogo si llevas prótesis mamarias, tomas medicamentos hormonales o si has sufrido intervenciones quirúrgicas.
La ecografía, en principio, no es un examen de detección del cáncer de mama. Puede aconsejarse después de una mamografía con el fin de analizar una lesión que ha sido detectada o cuando una masa ha sido descubierta palpando y no se ha encontrado en la mamografía.
La biopsia consiste en extraer un fragmento del tejido sospechoso para examinarlo en el microscopio. Puede efectuarse bajo anestesia local con la ayuda, por ejemplo, de una aguja fina cuando se realiza una citopunción o se está en quirófano. Se realiza bajo anestesia general cuando se interviene sobre el tumor. El diagnóstico depende de la examinación en el microscopio de un fragmento del tumor extirpado.
El chequeo de extensión permite determinar la extensión del cáncer y verificar la ausencia de metástasis. El chequeo depende de las manifestaciones y los resultados que se hayan obtenido con la extirpación del tumor. En general, como mínimo, se solicita una radiografía de tórax, una ecografía abdominal, un análisis de sangre y una gammagrafía ósea.
El cáncer de mama que se detecta pronto es más fácil de tratar y comporta menos riesgo de provocar secuelas. Detectado en un estadío precoz, el cáncer de mama se cura mucho mejor y permite disminuir la mortalidad en un 25 %. La mitad de los cánceres se descubren cuando miden menos de 2 cm. La tasa de participación en el programa de diagnóstico del cáncer de mama ha progresado mucho en los últimos años. En 2003, fue del 33 %, en 2005 del 45 % y en 2006 del 49 %.
Los centros de senología reúnen a todos los profesionales que intervienen y se ocupan del cáncer de mama. Estas estructuras, presentes en los centros de lucha contra el cáncer, permiten efectuar en un día la gran mayoría de exámenes necesarios y, así, obtener un diagnóstico preciso en pocos días. Estas estructuras permiten realizar biopsias y evitan una hospitalización, al mejorar el confort de las enfermas y generar menos estrés.
Se envía una carta cada 2 años a todas las mujeres entre 50 y 74 años de edad. Los radiólogos que participan en este diagnóstico deben efectuar, como mínimo, 500 mamografías por año y utilizar un material que responda a normas muy estrictas de calidad.
La realización de una mamografía comporta dos radiografías por cada pecho. Si se descubre una anomalía, el radiólogo puede proponer exámenes complementarios. Si el primer radiólogo no ha descubierto ninguna anomalía, la mamografía se examina de forma sistemática por un segundo radiólogo. Aproximadamente, en un plazo de quince días, se informa a la paciente del resultado de la segunda lectura. Es necesario guardar las radiografías después del diagnóstico con el fin de compararlas con el examen siguiente.
El diagnóstico de cáncer es positivo en 6 de cada 1.000 mujeres que han participado en este programa. Contacta con la institución de seguridad social de tu país o con la estructura encargada de organizar el programa de diagnóstico de tu localidad, si tienes más de 50 años.
Un pequeño grupo de mujeres presenta anomalías en la mamografía. Eso no significa que se trate de cáncer. En estos casos, se realizan otros exámenes, como la ecografía, y se interpretan inmediatamente por el radiólogo.
La palpación de los senos es un examen indispensable e importante. Por desgracia solo detecta los tumores visibles y palpables. Un cáncer de mama puede evolucionar durante varios años sin comportar la más mínima manifestación, ni dolor ni aumento del tamaño de la mama.
La toma de conciencia de las mujeres por vigilar sus pechos y practicar la autopalapación permite mejorar el diagnóstico precoz de la enfermedad. La autopalpación se debe realizar cada mes después de tener la menstruación, con el fin de localizar un bulto en el pecho.
Para realizar la autopalpación, colócate de pie delante de un espejo, inspecciona los dos senos y verifica la ausencia de secreción o sangrado por el pezón, grietas, arrugas anormales o descamación de la piel. Levanta uno de los dos brazos, después con los tres dedos de la otra mano palpa el seno contrario: empieza por la parte externa con los dedos estirados y haz pequeños círculos. Busca una sensación de bola, hoyuelos en la piel o grosor. Palpa también el pezón y la zona entre el seno y la axila. Presiona el pezón y verifica que no aparezca ninguna secreción líquida.
Numerosos estudios presentados en el congreso anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica, de 2007 en Chicago, precisan que la resonancia magnética nuclear (RMN) es el examen más apropiado para detectar tumores pequeños que en la mamografía no se pueden detectar. Los expertos recomiendan realizar una RMN cada año en mujeres con gran riesgo, es decir, aquellas que tienen antecedentes familiares o anomalías genéticas.
La mamografía sigue siendo el primer examen de diagnóstico del cáncer de mama. Si el examen más apropiado para detectar el cáncer de mama precoz es la RMN, no es posible recomendar su generalización, ya que los procedimientos de este examen aún no están estandarizados y no son objeto de un control de calidad como la mamografía.
El programa del diagnóstico precoz a través de la mamografía, que salva a miles de mujeres cada año, no debe sustituirse por la RMN. Otras indicaciones de la RMN son la búsqueda de otras lesiones en el mismo seno o de cáncer en el otro seno, así como evaluar y vigilar la evolución del cáncer de mama durante el tratamiento.
Las características del tumor determinan la elección del tratamiento. La cirugía es cada vez más competente y menos mutiladora. La tumorectomía, cirugía conservadora, permite extraer un tumor de un tamaño normalmente inferior a 3 cm y conservar el seno.
La mastectomía extirpa el seno con el tumor. Se reserva para los tumores voluminosos o cuando hay varios en un mismo seno.
La ablación de una parte de la cadena ganglionar situada en la axila cerca del seno afectado ya no se realiza sistemáticamente. Durante la intervención, se extraen 1 o 2 ganglios por medio de una pequeña incisión y se analizan durante la intervención, antes de la extirpación del tumor. Si el ganglio está sano, no se extrae ningún otro ganglio. Si las células cancerígenas están presentes, el cirujano efectúa la ablación de una parte de la cadena ganglionar situada en la axila del lado del seno afectado.
La reeducación y los ejercicios físicos son importantes, ya que ayudan a recuperar la flexibilidad tanto del brazo como del hombro ubicados cerca de la intervención, además de disminuir los dolores postoperatorios. La práctica de estos ejercicios también posibilita platicar con otras pacientes y disminuir su angustia. Hay que evitar llevar cargas muy pesadas o efectuar trabajos durante varias semanas. La ropa debe ser ancha y hay que evitar aplicar productos irritantes, la exposición solar y, por supuesto, el tabaco y el alcohol.
La radioterapia de un seno permite consolidar el efecto de la cirugía. Este tratamiento se aplica sobre el seno afectado, si no ha sido extirpado, y permite la destrucción de las células cancerígenas gracias a las irradiaciones expedidas. En general, se efectúa durante 5 o 6 semanas y no es necesaria la hospitalización.
La quimioterapia a menudo se realiza dentro del marco del cáncer de mama. Permite la difusión de medicamentos que están destinados a destruir las células tumorales y se realiza con más frecuencia que la radioterapia. Este tratamiento no está indicado cuando, por ejemplo, el tumor mide menos de un centímetro y los ganglios centinelas situados cerca del tumor no están afectados. Sus objetivos dependen de la extensión del tumor.
La hormonoterapia consiste en administrar moléculas que bloquean los efectos de los estrógenos sobre el crecimiento de las células cancerígenas. Estos productos se proponen a mujeres afectadas por un cáncer hormonodependiente.
La vigilancia del cáncer de mama tiene por objetivo detectar precozmente recaídas ocasionales, así como la aparición de un nuevo cáncer. Se realizan mamografías regularmente.
La cirugía plástica y reconstructiva cada vez se aconseja más después de la ablación de un tumor, pues permite ofrecer a las pacientes una ayuda psicológica considerable, ya que se ven con un pecho parecido a aquel que tenían antes de la intervención. Los servicios de cancerología integran, cada vez más a menudo, en sus equipos un cirujano plástico con el fin de aconsejar a las pacientes una reconstrucción mamaria en las mejores condiciones. La cancerología y el cirujano plástico colaboran juntos en esta etapa tan importante para la mujer.
Reencontrarse con su cuerpo es una etapa importante para la enferma y participa en su mejoría psicológica. La reconstrucción mamaria consiste en rehacer el perfil del seno mediante el implante de una prótesis de suero fisiológico o de gel de silicona. A menudo, también se realiza una pequeña intervención sobre el otro seno por razones de simetría.
El cirujano aconseja a la paciente en función del tipo de intervención efectuada, del tratamiento postoperatorio, del estado de la piel y de los músculos. No dudes en pedirle que te muestre fotos de reconstrucciones mamarias que él haya efectuado.
La reconstrucción mamaria a veces se realiza al mismo tiempo que la ablación del seno. También puede realizarse en una fase posterior. En otras ocasiones, debe hacerse después de un cierto tiempo después de la ablación.
La reconstrucción mamaria se puede dividir en varias etapas y puede llegar a necesitar varios meses, a veces, cerca de un año para que sea completa y satisfactoria. No tiene incidencia alguna sobre la enfermedad cancerígena, no compromete las oportunidades de curarse y no es un estorbo para la vigilancia posterior. Esta intervención también puede practicarse después de una tumorectomía. Un seno reconstruido disminuye las sensaciones táctiles a nivel del pezón.
Para las mujeres que lo deseen, varios accesorios pueden ayudar a cubrir o disfrazar la pérdida del cabello, como fulares, turbantes, gorros o incluso una peluca.
Las prótesis mamarias externas permiten que la mujer reencuentre su silueta y reestablecer un equilibrio estético. Las venden los ortopedistas, los farmacéuticos-ortopedistas y ciertas tiendas de lencería y corsetería. Existen prótesis que se introducen en el sujetador y otras adhesivas o adherentes a la piel como las prótesis solidarias.
Las enfermeras y las asistentas sociales del centro de salud suelen conocer las diferentes posibilidades de ayudas o préstamos. Los servicios hospitalarios a veces disponen, de entrada, de pelucas o accesorios donados por antiguas pacientes. Ciertas asociaciones ofrecen también ayuda financiera o distribuyen pelucas. También se hacen intercambios de pelucas entre personas enfermas, como en los foros de páginas webs dedicadas al cáncer.
El cáncer de mama representa el 75 % de los casos en mujeres de más de 50 años. Entre 1997 y el año 2000 se detectaron 16.000 nuevos casos por año en España. Es la causa principal de mortalidad en mujeres entre 35 y 65 años de edad. La mortalidad desciende 1,3 % de media por año, mientras que su incidencia comienza a disminuir: entre 2004 y 2005, el número de casos nuevos bajó 2,1 % y después 3,3 % entre 2005 y 2006, de acuerdo con cifras de la Academia de Medicina. Dos de cada 3 casos de cáncer de mama se declaran después de la menopausia.
Una mujer muere de cáncer de mama cada 53 minutos. Un cáncer de mama detectado en un estadío precoz es más fácil de tratar y comporta menos riesgo de secuelas; así, permite disminuir la mortalidad en un 25 %. El aumento del número de casos se presenta, sobre todo, a las mujeres menopáusicas, aunque cada vez con más frecuencia afecta a mujeres jóvenes, es decir, con edades comprendidas entre los 40 y 45 años.
Cerca de 3.000 mujeres podrían salvarse cada año, si el 70 % de las mujeres de entre 50 y 74 años se realizaran una mamografía cada dos años dentro del marco de un programa de detección precoz. En este programa, un segundo radiólogo examina la mamografía. Se necesitan alrededor de 5 años para que un tumor en el pecho alcance 1 mm, dos años más para que alcance 5 mm y aún uno o dos años más para que mida 2 cm, medida suficiente para detectarlo mediante la palpación.
Etapas de cáncer de mama: etapas I, II, III y IV. Cicatriz después de una cirugía.
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