Numerosos trabajos han revelado la relación entre actividad física y reducción de la mortalidad prematura, cualquiera que sea su causa.
Según un trabajo del INSERM, los estudios efectuados en 5 000 personas de diferentes países revelaron una tasa de mortalidad más baja en personas físicamente activas en comparación con las personas inactivas.
Estos resultados no están influídos por la edad ni la causa de la muerte.
La disminución de la mortalidad varía del 2% al 58% según el tipo y el nivel de actividad y según los diferentes estudios.
Parece que un gasto de 1000 a 1700 Kcal por semana estaría asociado a una disminución de la mortalidad.
Un estudio prospectivo publicado a finales de 2007 y llevado a cabo con 250.000 personas, muestra que una práctica a un nivel parecido a las recomendadas para la actividad de intensidad moderada (al menos 3 horas
por semana, a razón de unos 30 minutos por día) o por actividad de intensidad elevada (al menos 20 minutos, 3 veces por semana) conlleva a una reducción del riesgo de mortalidad del 30%.
La mayoría de los estudios sugieren una relación inversa entre la actividad física y la tasa de mortalidad prematura por enfermedad cardiovascular.
Aunque se practique de forma moderada, la actividad física se acompaña de un beneficio sustancial en términos de salud.
Según un estudio del INSERM, las actividades realizadas no son protectoras por sí solas y que el beneficio se pierde cuando se deja de hacer deporte.