La actividad física que se practica de regularmente contribuye de forma importante a la protección del cerebro contra el deterioro.
A lo largo de los años, la práctica regular de una actividad física permite conservar la autonomía y preservar la calidad de vida. Además de bajar de peso, el ejercicio mejorar la concentración y la agudeza mental.
Numerosos estudios avalados científicamente nos muestran que deporte y cerebro van de la mano. Realizar una actividad física regular mejora la salud de nuestro cerebro y, además, un cerebro en forma va a mejorar el rendimiento físico y la técnica deportiva. Nuestro cuerpo y nuestra mente están muy ligados.
La actividad física mejora el aprendizaje, el estado de ánimo y la atención. Además, disminuye la ansiedad y el estrés. Entre otros beneficios está la llamada neurogénesis (creación de neuronas) y la disminución de la muerte de neuronas (apoptosis). Además, el ejercicio físico favorece la conexión entre las neuronas, lo que hace que sean más fuertes y, a su vez, favorece facultades como el aprendizaje o la memoria.
Se ha comprobado que las personas mayores que practicaron una actividad física de manera regular durante su vida presentan menos pérdida de tejido cerebral que las personas sedentarias. Además, poseen mejores facultades cognitivas. Existen diferentes estudios de neurociencia y actividad física que corroboran los efectos positivos del ejercicio en el cerebro.
La actividad física regular se considera un factor preventivo de problemas cognitivos. El ejercicio refuerza el paquete neurovascular y participa en la prevención del envejecimiento fisiológico. La mejora de la oxigenación del cerebro por una práctica regular tiene un efecto en las personas mayores que se puede observar en la capacidad de reacción, la memoria y el razonamiento. Asimismo, confiere una cierta resistencia a la enfermedad de Alzheimer y protege contra las lesiones cerebrales.
Durante y después de hacer ejercicio, el cerebro segrega diferentes hormonas, como la adrenalina, la testosterona, el cortisol y las endorfinas. Estas hormonas generan un sensación de relajación, cuya duración varía según la intensidad de la sesión de actividad física. Estos beneficios aumentan conforme se realice ejercicio de forma regular.
Entre los consejos para las personas de más de 65 años se encuentran los programas que asocian ejercicios de equilibrio, refuerzo muscular de los miembros inferiores, flexibilidad y tonificación, ya que reducen el riesgo de caídas en las personas mayores.
Se aconseja realizar ejercicios de reforzamiento de los grupos musculares principales, como mínimo dos veces por semana. No se deben practicar dos días seguidos. Se puede levantar peso, aunque la intensidad del ejercicio varía de persona a persona. Se recomienda trabajar de 8 a 10 grupos musculares (antebrazos, brazos, espalda, cuádriceps derechos, izquierdos, etc.) y realizar de 10 a 15 repeticiones para cada grupo muscular.
Los ejercicios de flexibilidad, efectuados como mínimo 2 veces a la semana durante al menos 10 minutos, mantienen una buena flexibilidad, necesaria para las actividades cotidianas. En estos ejercicios pueden intervenir el cuello, la espalda, la cintura y la cadera.
Realizar ejercicios de equilibrio 2 días a la semana y se pueden alternar, por ejemplo, con los ejercicios de reforzamiento muscular. Estos ejercicios disminuyen las caídas de las personas más sedentarias que presentan, por ejemplo, una enfermedad crónica. Algunos ejemplos de estos ejercicios son caminar sobre una línea trazada en el suelo o sortear los obstáculos colocados sobre esta línea.
Foto: © Wang Tom – 123RF.com