La artrosis es la enfermedad reumática crónica más extendida del mundo debido a los cambios morfológicos que produce en todas las articulaciones del cuerpo. Esta enfermedad causa la degeneración del cartílago que hay en las articulaciones entre cada dos vértebras. La artrosis puede manifestarse a los 25 años y evolucionar lentamente y sin producir síntomas graves durante muchos años (tan solo el 30 % de los pacientes experimentan síntomas).
La aparición de dolor y rigidez en la parte alta de la espalda podría indicar que la artrosis ha afectado a las vértebras cervicales. En cambio, si el dolor aparece en la parte baja de la espalda significa que la artrosis ha afectado a las vértebras lumbares. En general, la artrosis o espondilosis cervical afecta principalmente a las vértebras C5-C6 y sobretodo C6-C7.
La artrosis primaria está vinculada a factores genéticos que predisponen a esta patología mientras que la artrosis secundaria está relacionada con el envejecimiento, aunque las caídas, las malas posturas y el estrés agravan la enfermedad.
Los enfermos de artrosis experimentan dolor en la zona cervical de tipo mecánico que aumenta con la actividad y disminuye con el reposo. En fases avanzadas puede convertirse en un dolor crónico.
También sienten rigidez del cuello y molestias al mover la cabeza, agravadas por el exceso de tensión muscular que se suele acumular en la espalda. La rigidez puede comprimir la arterias vertebrales provocando principalmente dolor de cabeza y mareos.
Otro síntoma característico es la pérdida de fuerza o alteración de la sensibilidad en el brazo, el antebrazo y la mano (hormigueos, entumecimiento). La pérdida de fuerza puede indicar un pinzamiento del nervio provocado por los osteofitos (protuberancias del hueso provocadas por la artrosis) o el aplastamiento vertebral (en fases avanzadas de la artrosis).
Los enfermos de artrosis tienen dificultades para mover el cuello y la cabeza debido a una compresión de las raíces nerviosas que pueden ir aumentando con el tiempo. El dolor se extiende hacia la nuca, el hombro o el brazo.
Una persona puede padecer artrosis durante muchos años sin notarlo.
Para diagnosticar la artrosis es necesario realizar una radiografía de las vértebras cervicales.
La radiografía podría revelar una compresión de la interlínea articular o la presencia de osteofitos que confirmarían un cuadro de artrosis.
Hemos de tener en cuenta que no siempre hay una correlación entre los síntomas y las radiografías.
En ocasiones es necesario realizar un escáner o una resonancia magnética para descartar compresiones en la raíz nerviosa o médula espinal (sobretodo cuando se produce una alteración de la sensibilidad).