El oído interno asegura una doble función reagrupando, a la vez, el centro de gestión de la audición, vía la cóclea, pero también a los órganos implicados en el equilibrio que se reagrupan en lo que denominamos sistema vestibular. Desde un punto de vista anatómico el oído interno está formado por dos unidades distintas: el laberinto membranoso y el laberinto óseo. El oído interno puede sufrir diferentes patologías ocasionadas, principalmente, por la toma de ciertos medicamentos o por variaciones demasiado importantes de la presión.