La sangre, de forma natural, tiene la propiedad coagular y de detener una hemorragia. Esta función se debe a varios factores hemostáticos que se reúnen bajo el término de coagulación sanguínea. Esto abarca tanto el número de plaquetas disponibles (visible por el recuento de plaquetas) como su eficacia (que se mide por el tiempo de coagulación y el tiempo de sangría) y los diversos factores de coagulación: el tiempo de tromboplastina parcial (APTT), tiempo de protrombina (PT e INR) y la tasa de fibrinógeno.