Una perfusión es una inyección larga y progresiva de un líquido en el cuerpo por vía intravenosa. Un catéter, una especie de tubo flexible, se inserta en una vena periférica o, a veces, en una vena más grande para permitir la difusión de un mayor flujo.
El líquido perfundido puede ser sangre (perfusión de sangre u transfusión sanguínea) en caso de anemia importante (disminución de la cantidad de hemoglobina en la sangre); también puede perfundirse una solución compuesta por moléculas para hacer remontar una presión sanguínea demasiado baja para compensar la pérdida de sangre en un accidente, por ejemplo. En la mayoría de los casos se perfunden medicamentos: en este caso lo llemamos perfusión de medicamentos.
La perfusión de medicamentos se utiliza cuando el paciente no es capaz de tomar la medicación por vía oral o cuando se busca una eficiencia más rápida en algunos casos de infecciones potencialmente graves.
Pueden surgir posibles complicaciones como la inflamación de las venas o infecciones de la sangre.