Ya son siete meses de embarazo y a partir de ahora los cambios hormonales pueden variar semana a semana. Termina el segundo trimestre y comienzas la recta final de tu embarazo.
Si el embarazo se está desarrollando normalmente, sin ningún contratiempo, notarás que tu bebé se mueve cada vez más y que incluso reacciona a los estímulos externos.
En esta etapa del embarazo, si acercas los oídos a tu abdomen podrás escuchar los latidos del bebé. Te parecerá algo casi mágico. También debes saber que tu ritmo cardíaco y el suyo están vinculados, de modo que tu hijo puede sentir tu estrés y sufrir las consecuencias si no llevas un estilo de vida tranquilo y saludable.
Es posible que percibas el hipo del bebé. No es como el hipo de un adulto. Se trata de una especie de espasmos ya que el bebé no produce ningún ruido porque no tiene aire en sus pulmones.
Los ciclos de sueño y vigilia de tu hijo empiezan a regularse. Por eso empezará a moverse más a determinadas horas del día.
Debes saber que los pulmones del bebé son el último órgano vital que desarrolla porque en el interior de tu vientre no los utiliza. De hecho tu hijo obtiene el oxígeno de la placenta a través del cordón umbilical y de la bolsa amniótica. No obstante, a partir de este momento, el bebé empieza a prepararse para la vida fuera del vientre materno. Es por eso que comienza a simular movimientos respiratorios sirviéndose de sus pequeños músculos pulmonares y el diafragma.
En la semana 27 de embarazo, tu bebé pesará aproximadamente un kilo y medirá alrededor de 24 centímetros. Aun es muy pequeño pero su peso se habrá triplicado al final del embarazo.
El peso normal de un bebé al final del embarazo se sitúa entre los 2.700 y 3.900 gramos pero suele perder un poco durante los primeros días de vida.
Como la subida de leche materna no se produce hasta el tercer o cuarto día después del nacimiento, el recién nacido se alimentará de calostro durante los primeros días de vida. Se trata de una sustancia previa a la leche, muy nutritiva. El organismo empieza a producirlo a partir de la semana 32 de embarazo y algunas mujeres notan que un líquido transparente se escapa de sus pezones. De forma progresiva, la succión del bebé estimula la producción de leche.
Los cambios hormonales se suceden a velocidad de vértigo. El primer signo exterior es la hinchazón de los pies y la aparición de estrías en las mamas y la barriga.
Algunas mujeres, a partir de la semana 29 o 30 de embarazo empiezan a sentir las contracciones producidas por el encogimiento del útero. Aunque este tipo de contracciones se producen desde la sexta semana de embarazo, es en este momento cuando se hacen más evidentes. Estos espasmos reciben el nombre de contracciones de Braxton Hicks, por el primer médico en descubrirlas.
Ahora bien, si sientes más de cinco contracciones en una hora deberás acudir a un médico porque podrías estar de parto. Si fuera así, el bebé no correría ningún peligro porque en el séptimo mes de embarazo el bebé está lo suficientemente desarrollado para que pueda nacer sano, aunque necesite estar algún tiempo bajo supervisión medica en una incubadora.
Los síntomas más característicos de una mujer embarazada de 27 semanas provienen de los grandes cambios hormonales que está sufriendo. Las hormonas son las principales responsables de las alteraciones emocionales de la futura mamá, aunque los sentimientos de temor e inquietud que suscita el parto y la llegada del bebé también juegan un papel importante en estos cambios de humor.
En este sentido, se aconseja a la futura mamá que exteriorice estos sentimientos y los comparta con su pareja, amigos, familiares u otras mujeres embarazadas. Los cursos prenatales o de preparación al parto pueden ser la ocasión perfecta.
Otro de los síntomas propios de la semana 27 de embarazo es el aumento del peso.
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