Llevar piercings en los labios, parecidos a los que usan algunas tribus africanas, está de moda desde hace algún tiempo. No obstante su uso conlleva ciertos riesgos.
Los ortodontistas, cirujanos dentales y estomatólogos desean dar a conocer al público que el uso de este tipo de piercings o pendientes en el labio conlleva ciertos peligros para la salud aunque no sean visibles ni dolorosos al principio.
El piercing se coloca en el labio inferior o superior, tanto de forma vertical como horizontal.
Un piercing en los labios puede provocar reacciones alérgicas debido a los productos utilizados para la desinfección del piercing o al material con el que se ha fabricado el propio piercing.
El piercing labial, además de causar infecciones microbianas locales, infecciones virales y traumatismos, es difícil de cicatrizar.
El piercing labial se frota constantemente contra los dientes y las encías. Esta situación puede hacer que los dientes se fracturen, pierdan el esmalte dental o se descarnen.
El piercing labial también puede desencadenar una gingivitis.
Si a pesar de conocer los efectos y las consecuencias vinculadas a su uso, el adolescente desea ponerse un piercing en los labios, se recomienda que consulte a un ortodoncista para que le aconseje el lugar exacto donde debe colocarse el piercing.
Además, el ortodoncista podrá informarle sobre las pautas de higiene bucal, así como de los riesgos y contraindicaciones vinculadas al uso de piercings en la boca.
Asimismo, el especialista podrá prescribirle un tratamiento antibiótico para prevenir la aparición de una posible infección.
Un piercing en el labio requiere una serie de cuidados. En primer lugar, conviene saber que es importante enjuagarse regularmente la boca. Después de la colocación de un piercing se aconseja enjuagar la boca con clorhexidina durante dos semanas.
Se debe evitar jugar con el piercing ya que puede prolongar el traumatismo causado a las encías y a la boca.
Es necesario acudir regularmente al dentista para examinar el piercing.