- Dado el elevado número de separaciones entre parejas que se producen hoy en día, son muchos los niños afectados por esta situación.
- La situación de la separación de los padres ha dejado de ser excepcional para pasar a ser bastante habitual.
- Además del shock emocional que supone para los padres una ruptura sentimental, éstos cargan además con el miedo de cómo toda esa situación repercutirá en sus hijos.
- Es a partir de los 4 o 5 años cuando los niños son conscientes de que sus padres tienen problemas y cuando sufren el divorcio.
Antes de la separación
- Los padres deben hablar e informar a los hijos antes de que se produzca la partida.
- En esta conversación es mejor que estén presentes ambos padres a la vez.
- Hay que insistirle al niño en que él no tiene la culpa de nada de lo que ha pasado.
- El niño tiene que saber que esta decisión ya está tomada y que no hay vuelta atrás.
- Determinar los días que estará con cada cónyuge.
- Tener una cierta flexibilidad para favorecer la relación de ambos padres con el niño.
- De común acuerdo con su ex-cónyuge decidan no utilizar a los hijos para presionar al otro bajo ninguna circunstancia, y respetar al cónyuge ausente en los comentarios y conversaciones.
- No desprestigiar nunca al ex-cónyuge, puede destruir la imagen paterna o materna que son muy importantes para el niño.
Las consecuencias que sufre el hijo
- Las consecuencias sobre el niño están relacionadas:
- con las desaveniencias familiares previas y asociadas a la separación.
- con el papel que hacen jugar al niño en la separación más que con la propia separación.
- con la edad y la madurez del propio niño.
- Es importante permitir a los niños manifestar sus sentimientos de rabia y frustración, acogerlos y no juzgarlos.
- A veces es necesaria la ayuda de un profesional.
- Nunca, bajo ningún concepto, los hijos deben sentirse responsables de la ruptura.
La primera reacción de los hijos: el desconcierto
- Han conocido a sus padres siempre juntos y no pueden darse cuenta de los problemas que provoca el hecho de que ahora comiencen a ver menos a su padre o a su madre.
- El niño, además, suele ser víctima de crisis nerviosas o depresivas si la tensión entre los cónyuges se traslada a los otros miembros de la casa por discusiones o enfrentamientos violentos.
- Poco después, los niños suelen negarse a admitir lo que ya es un hecho.
- Insisten en la reconciliación de los padres o protestan cada día porque no pueden ven al progenitor que se ha ido de casa.
- Este periodo puede ser más o menos largo dependiendo de la manera que se ha producido el divorcio.
- Los padres deben explicar y hablar al niño lo máximo posible para que la situación sea lo menos dolorosa posible.
Evitar que el niño esté presente en las discusiones
- Es necesario excluir al niño de la tensión que se genera a causa de la separación.
- Se le puede explicar, dependiendo de su edad, que existen graves diferencias entre los padres.
- El niño nunca debe presenciar gritos, insultos ni discusiones violentas: si éstas se producen, no debe ser delante de los hijos.
- Si el motivo de la discordia es su educación, algo que han hecho mal o su custodia tras el divorcio, las medidas de precaución deben ser extremas.
Siempre que sea posible, la separación debe ser amigable
- Estudios realizados en Estados Unidos y la Unión Europea han demostrado que el niño sufre mucho más en situaciones en que los padres son infelices juntos que posteriormente, cuando vive sólo con uno de los dos.
- Los niños quieren sentir que sus padres son felices, incluso aunque sea con una nueva pareja: lo contrario les provoca mucho malestar.
- Mantener en lo posible los vínculos afectivos con abuelos, primos, tíos, etc.de ambas partes.
- El niño debe disponer de un espacio propio y estable, tanto en su casa como en la nueva casa del progenitor que se ha marchado.
- Los amigos y las rutinas diarias deben verse alteradas lo mínimo posible (mismo colegio, horarios, actividades, etc.).
¿Cómo fortalecer la relación con el progenitor que no se convive?
- El contacto debe ser lo más frecuente posible a través del teléfono, las cartas, los e-mails, etc.
- Los encuentros deben enriquecedores, es decir, que se disfruten por ambas partes, que el niño esté bien, tranquilo y que se sienta acompañado.
- Es importante que el niño pueda hablar de su escuela, de sus notas, de algún paseo, de sus amigos, de su casa, etc.
- Es saludable que el niño conozca cómo es la vida diaria de su papá o mamá (es decir, de aquél que no vive con él) : que sepa sobre su trabajo, que conozca el lugar donde vive, con quién vive, etc. esto le disminuirá el nivel de ansiedad.
La escuela o colegio
- Es un lugar muy importante en la vida del niño.
- Se debe comportir con él lo máximo posible todo lo relacionado con el colegio: irlo a buscar de cuando en cuando, conversar y reunirse con los profesores, participar de las reuniones de padres, fiestas y actividades especiales.
- Hay que supervisar los cuadernos, facilitarle el material para sus tareas, etc.
¿Es normal que el hijo esté triste o tenga cambios de conducta por la separación?
- En la primera etapa de la separación los niños pueden presentar trastornos de sueño o sientan miedo al abandono de ambos padres.
- Es frecuentes que estén más irritables de lo normal.
- Pueden aparecer también conductas de tipo regresivo (por ejemplo hacerse pípí cuando ya no se lo hacían, volver a usar pañales) o que aparezcan síntomas psicosomáticos (dolor de cabeza, dolor abdominal...) que expresan el malestar secundario a la separación de sus padres.
- Pueden mostrarse más retraídos o agresivos, ansiosos o angustiados.
- El llanto puede ser frecuente: puede tranquilizarlos, es necesario acompañarlos y favorecer que expresen el dolor que sienten.
- Hasta que no aceptan que volver a juntar a sus padres es imposible pueden mostrarse tristes e infelices.
- Pueden aparecer situaciones de "chantage emocional" cuando uno de los dos padres los regaña: es importante no caer en ese "juego" del niño.
- Pueden aparecer también transtornos del sueño, la alimentación o el rendimiento escolar.
Cuando consultar con un profesional
Cuando detectemos:
- cambios muy importantes de conducta.
- excesiva tristeza.
- falta de interés en las atividades diarias del niño.
- otros síntomas que nos llamen poderosamente la atención.
- Cuando la separación no es amistosa, se puede acudir a un servicio de mediación familiar o a los tribunales de justicia.
- Siempre que sea posible hay que procurar judicializar lo mínimo la vida del niño.
- Intentar que los hijos no se utilicen como un elemento de chantaje emocional que puede provocar largas y estresantes peritaciones y la asistencia a juicios.
Evitar los desacuerdos
- No manifestar los desacuerdos de pareja delante del niño.
- Hablar e intentar llegar a acuerdos en las decisiones importantes (por ejemplo los castigos, el tiempo de TV, lo que se le compra, etc.).
- No predisponer en contra del otro progenitor y transmitir ideas positivas del mismo, sin mentir.
Los regalos y las concesiones excesivas
- En algunos casos se intenta compensar el estrés que produce la separación en el niño con regalos y concesiones que, normalmente, no se harían.
- Hay que evitar ese exceso de permisividad y actuar siempre de común acuerdo con el otro progenitor.
- Esto evita entrar en el juego afectivo del niño ("mamá/papá sí me lo compra y tú no me lo compras porque me quieres menos").
Saber más
Padres separados: minimizar el trauma de los niños
Los niños y la separación de los padres
Padres separados