Un aborto es la interrupción del embarazo que resulta de la expulsión de un feto inmaduro, no viable. Los diferentes organismos internacionales se han puesto de acuerdo para considerar aborto a la expulsión de un feto con un peso inferior a los 500 g o de menos de 22 semanas de amenorrea (falta de menstruación).
Según los síntomas y los signos presentes el aborto se cataloga como sigue a continuación: amenaza de aborto, aborto inevitable, aborto incompleto, aborto retenido, aborto séptico y recurrente.
La amenaza de aborto se define como la presencia de metrorragia o sangrado, de cuantía variable, que puede estar o no acompañada de dolor cólico abdominal en la zona hipogástrica en una gestación potencialmente viable.
De cada 5 mujeres embarazadas entre 1 a 2 presentará sangrado genital en la primera mitad del embarazo. De éstas, la mitad tendrá un aborto. Cuando se presenta hay dos posibilidades: puede tratarse de una gestación potencialmente viable (amenaza de aborto), o de una gestación no viable, como por ejemplo, en casos de huevo anembrionado o muerte del feto, en que el aborto (expulsión de feto y/o placenta) aún no se ha consumado, lo que plantea estrategias de manejo obviamente diferentes..
Los síntomas de una amenaza de aborto comprenden la aparición de un sangrado vaginal de cantidad variable que en ocasiones puede ir acompañado de un dolor abdominal bajo de tipo cólico que se parece a un dolor de menstruación.
La paciente no debe haber eliminado el feto ni haber notado la pérdida de líquido amniótico. Los síntomas de embarazo pueden o no estar presentes.
La paciente se encuentra en buenas condiciones generales, no hay fiebre. La palpación del abdomen no muestra ningún hallazgo en particular. Cuando el ginecólogo introduce el espéculo se observa sangre que escurre a través del cuello del útero.
Hablamos de aborto espontáneo para referirnos a aquel aborto en el que no interviene nadie mas en contraposición al aborto provocado ya sea por la propia mujer embarazada, por un médico o por otra persona. Se puede inducir un aborto por diferentes formas (cirugía, medicamentos, etc.). Existen dos tipos de abortos:
A pesar de la información continua sobre anticonceptivos y la fácil aplicación de algunos de ellos, el aborto continúa siendo una alternativa muy difundida para el control de la natalidad a nivel mundial.
Cuando hay un antecedente de un período de amenorrea (sin menstruación) previo puede confundirse con una amenaza de aborto. La hemorragia puede ser abundante pero habitualmente no cursa con dolor. No hay síntomas ni signos de embarazo. El test de embarazo es negativo y así se descarta la posibilidad de una complicación de la gestación.
Un diagnóstico de embarazo ectópico debe ser considerado en toda paciente en edad fértil que se presente con metrorragia y dolor. El cuadro clásico es poco frecuente por lo que es necesario un alto índice de sospecha. El diagnóstico se basa en la clínica, la ecografía ginecológica y la medición de subunidad beta-HGC.
Aparecen sangrados en la primera mitad del embarazo en más de un 95 % de los casos. A veces la eliminación del tejido molar característico (vesículas) sugiere el diagnóstico. El examen de la pelvis puede detectar un útero aumentado de tamaño (mayor al esperado para esa edad gestacional) y la presencia de quistes tecaluteínicos en las regiones anexiales. Los síntomas como hiperemesis (vómitos excesivos), de pre-eclampsia antes de las 20 semanas e hipertiroidismo pueden estar presentes. La ecografía ante la sospecha clínica y en toda paciente con metrorragia de primera mitad orienta el diagnóstico. Del total de pacientes con mola hidatiforme un 10 % de los diagnósticos se realiza exclusivamente por anatomía patológica (enviar siempre todo tejido a estudio).
Se puede hacer un análisis de subunidad Beta-HGC, indicado en casos en que no exista documentación de embarazo o en caso de sospecha de embarazo ectópico. Los niveles plasmáticos pueden permanecer detectables por varias semanas en gestaciones no viables.
Una ecografía es muy importante porque permite diferenciar una gestación no viable (huevo anembrionado o muerte embriofetal precoz) de una gestación potencialmente viable que se presenta con metrorragia.
Cuando se confirma que el embrión está vivo el pronóstico es favorable. También se debe considerar que ante la aparición de metrorragia de primer trimestre y actividad cardíaca demostrada por ultrasonografia, la posibilidad subsecuente de abortar es de un 5,4 a 13 %
Se debe instaurar reposo absoluto y restringir la actividad sexual hasta que cese completamente el sangrado y se haya demostrado por ecografía que el feto es viable.
En lo que se refiere a los medicamentos, en algunos casos puede estar indicado el tratamiento con progesterona en pacientes con aborto recurrente de etiología no precisada y en pacientes que han recibido inductores de ovulación. El uso de supositorios antiespasmódicos es limitado. Su utilidad no ha sido demostrada y existen dudas sobre su potencial teratogénico cuando se administran durante el período de organogenésis (días 18-55 después de la concepción).
En pacientes Rh negativo no sensibilizadas con amenaza está indicada la profilaxis con inmunoglobulina anti Rh (150 ug im. de las 7 a 12 semanas y 300 ug en gestaciones de más de 12 semanas).
El DIU debe ser retirado apenas confirmado el embarazo si las guías son visibles y si resulta fácil su extracción. De no ser visible se recomienda realizar un examen ultrasonográfico y estimar la posibilidad de retirarlo bajo visión directa. Con esta práctica se reducen significativamente los riesgos reproductivos asociados al embarazo con DIU.
Con el antecedente de una pérdida reproductiva el riesgo de abortar un embarazo siguiente es de 19 %; 35 % con dos y 47 % con tres abortos sucesivos. Existe una probabilidad de 85 % de que el aborto siguiente sea de la misma etiología en el subgrupo de abortos con muerte embriofetal precoz.
Las pacientes con metrorragia del primer trimestre presentan un riesgo dos veces mayor de tener un recién nacido prematuro y 1,6 veces mayor de tener un recién nacido de bajo peso al nacer. La incidencia de malformaciones congénitas no varía.
Dolores abdominales al inicia del embarazo.
Metrorragia en la primera mitad del embarazo.