La enfermedad de Parkinson es una dolencia crónica neurodegenerativa que afecta el sistema nervioso central y evoluciona lentamente. Produce una degeneración prematura, progresiva e irreversible de las neuronas de la sustancia negra. Esta enfermedad neurológica provoca trastornos esencialmente motrices.
Lentitud, rigidez y temblores son los síntomas característicos de las personas que padecen esta enfermedad.
Tratamientos medicamentosos permiten vivir mejor con la enfermedad. Una intervención quirúrgica también puede ser realizada en ciertos casos.
La estimulación cerebral profunda disminuye los tres síntomas motrices de la enfermedad de Parkinson: temblores, rigidez y acinesia. Las manifestaciones como la inestabilidad y los trastornos de la elocución no son mejorados por esta intervención.
La intervención permite conseguir resultados próximos a los de la levodopa y disminuir la discinesia y las fluctuaciones motrices provocadas por los medicamentos. Esta intervención quirúrgica delicada debe ser efectuada sólo por neurocirujanos especialistas que la practican.
La neuroestimulación consiste en implantar simétricamente dos pequeños electrodos en una estructura cerebral muy precisa en cada lado del cerebro. El neurocirujano realiza dos orificios en la parte superior del cráneo y coloca estos electrodos a cada lado del cerebro en una zona muy precisa.
Los electrodos luego son conectados a un estimulador, colocado bajo la piel, que envía luego impulsos eléctricos que permiten reducir los movimientos involuntarios y los temblores. La intervención dura aproximadamente 6 horas.
Condiciones indispensables para una intervención quirúrgica: