La presencia de sangre en las heces es un síntoma anormal que hay que tener en cuenta. La causa, a menudo benigna, varía según el color de las hemorragias. Sin embargo, se recomienda consultar con un médico desde los primeros sangrados.
Observar el color de la sangre permite efectuar un diagnóstico temprano. Cuando la sangre es de color negro, se llama melena. El color resulta de una digestión parcial de la sangre. La presencia de este líquido espeso en las heces se debe a problemas en el lado superior del sistema gastrointestinal.
Cuando la sangre es roja, se llama rectorragia. Su presencia en las heces es el signo de problemas en la parte inferior del tracto digestivo (colon, recto o ano).
El sangrado también puede no ser visible a simple vista. En este caso, se habla de sangre oculta en las heces, como en el caso de un cáncer colorrectal. Su diagnóstico se hace a través de pruebas biológicas y diversos exámenes adicionales.
La presencia de sangre en las heces puede tener diferentes causas. Las hemorragias digestivas bajas se presentan con mayor frecuencia en personas que padecen de hemorroides, es decir, cuando existe una dilatación de las venas en el ano que causa dolor y sangrado, que también se puede observar en las heces. Otra causa frecuente es una fisura anal, que puede ser consecuencia directa de un estreñimiento.
La rectitis, que es la inflamación de la mucosa rectal en la parte inferior del intestino grueso, también puede provocar heces con sangre. De igual forma, las enfermedades digestivas, como la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa o incluso la proctocolitis eosinofílica pueden provocar los sangrados. En estos casos, un tratamiento médico a largo plazo es esencial.
Las principales causas de los sangrados digestivos altos son las úlceras gastroduodenales, las várices esofágicas, los tumores gástricos y las erosiones gástricas agudas.
En función al avance de la enfermedad, un médico recomendará la utilización de una crema o de una pomada a base de corticoides o la toma de medicamentos antiinflamatorios. Generalmente es el caso para las hemorroides y las fisuras anales.
Una intervención quirúrgica también puede practicarse en los casos más extremos.
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