Los efectos del cannabis sobre la salud son numerosos y tienen particularmente repercusiones pulmonares y neurológicas.
Consumir cannabis desde la adolescencia provoca repercusiones neurológicas hasta la edad adulta; como problemas de memoria y de motivación, problemas de atención, dificultades en contener sus impulsos, agresividad, disminución de sus funciones cognitivas y psicomotrices. Problemas escolares e inserción social son también a menudo observados en los fumadores de cannabis que empezaron en la adolescencia. Además, el cannabis provoca una agravación de los trastornos psíquicos como la ansiedad.
Un estudio publicado en 2006 en la revista Neurology y efectuado con el respaldo de un equipo de investigadores, puso en evidencia el efecto que causa el cannabis sobre la memoria. Se observó una disminución en 50 % de la memoria inmediata de los grandes consumidores, comprobándose también una reducción de las aptitudes intelectuales, la actividad verbal y la atención.
Los resultados de un análisis de 35 investigaciones científicas publicados en la revista Lancet en julio de 2007 sobre el cannabis mostraron que su consumo aumentaría en 40 % los riesgos de desarrollar una enfermedad mental y trastornos psicológicos, siendo proporcionales a la cantidad consumida de cannabis. El riesgo de sufrir de esquizofrenia, alucinaciones o diferentes psicosis aumentaría del 50 al 200 % en los fumadores más asiduos de cannabis.
El estudio de Dunedin, en Nueva Zelanda permitió evaluar el impacto persistente del consumo de cannabis sobre el rendimiento del cerebro en una duración de casi cuarenta años. 1 037 niños nacidos entre 1972 y 1973 fueron seguidos y sometidos a un test regularmente a los 5, 7, 9, 11, 13, 15, 18, 21, 26, 32 y 38 años de edad.
Los resultados confirman una vulnerabilidad mayor del cerebro de los jóvenes a la neurotoxicidad del cannabis.
Los adultos de 38 años de edad que comenzaron a consumir el cannabis en la adolescencia perdieron algunos puntos de su IQ, pudiendo ser de hasta ocho puntos menos en los niños del estudio de Dunedin que eran consumidores regulares del cannabis.
Empezar el consumo de cannabis en la adolescencia cuando la maduración del cerebro todavía no ha terminado provoca una mayor pérdida de IQ que en las personas que empezaron el consumo en la edad adulta.
Los problemas de memoria o de atención fueron más importantes en los que consumían regularmente el cannabis.
El estudio precisa que las secuelas pueden ser irreversibles y que dejar de consumir cannabis no restaura completamente las funciones neuropsicológicas de los que comenzaron en la adolescencia.
La IRM practicada en los adolescentes que fumaban cannabis puso en evidencia una disminución de la corteza prefrontal, la zona del cerebro que intervenía particularmente en el control de los impulsos y en las tomas de decisiones.