El hecho de romper aguas marca el comienzo del parto. Estas "aguas" son en realidad el líquido amniótico contenido en el saco amniótico o amnios, que alberga el feto. El amnios se llena de líquido a medida que se va desarrollando el feto.
Antes del parto, el saco amniótico es palpable a través de un tacto vaginal: a medida que el cuello del útero se dilata (aproximadamente 1 centímetro por hora cuando se inicia el trabajo de parto), más cercana está la ruptura del saco amniótico.
Durante el trabajo de parto, la bolsa se perfora y se escapa el líquido. Si la ruptura del saco amniótico es demasiado precoz antes de que nazca el recién nacido (12 horas de promedio), el riesgo de que el bebé sufra infecciones se incrementa.
En ocasiones se pueden "romper aguas" fuera del hospital: en este caso nos encontramos con la salida de un líquido por la vagina de la paciente.