Las sensaciones agradables de fumar conducen rápidamente a la dependencia, que puede crearse después de unas semanas, incluso antes en ciertas personas.
Los síntomas ligados al síndrome de abstinencia no los presentan todas las personas que dejan de fumar. Aunque son frecuentes, suelen desaparecer 2 o 4 semanas después. Pero las ganas de fumar suelen durar más tiempo. Entre los síntomas se encuentra el deseo compulsivo de fumar, la irritación, los momentos de frustración o ira, la ansiedad, el cansancio, los problemas para concentrarse, los síntomas depresivos, una disminución de la frecuencia cardiaca o aumento de palpitaciones, los temblores, las cefaleas, las alteraciones del sueño (insomnio), los problemas digestivos y un aumento en las ganas de comer.
La dependencia es la pérdida del control en el consumo de una sustancia a pesar de los efectos nefastos sobre la salud. Cada cigarrillo fumado refuerza la adicción y acaba por arrastrar al fumador nuevo hacia el tabaco. La dependencia se crea rápidamente tras haber empezado a fumar. El tabaco es una forma de comunicar y crear momentos agradables. El fumador no se resiste a la nicotina, una verdadera droga, y necesita mantener una tasa de consumo constante.
Fumar recrea situaciones y gestos habituales que pueden variar en cada fumador. Por ejemplo, el cigarrillo de la mañana, después del café o la comida, durante las pausas o las cenas con amigos, en el coche o delante de la tele son situaciones que consiguen calmar aromáticamente las angustias. El cigarrillo también ayuda a evadirse, pero fumar representa una verdadera compulsión: el fumador no consigue controlarse y ya no tiene ninguna voluntad.
Cuando recién dejan el cigarro, los fumadores tienen pánico de perder estos gestos y no consiguen calmar sus angustias sin fumar. El tabaco se convierte poco a poco en un antídoto de la angustia. Tener su encendedor y su paquete de cigarrillos cerca tranquiliza a la persona, lo que crea automatismos que agravan la dependencia. Las ganas de fumar están a menudo relacionadas con un lugar donde el fumador no puede resistirse a encender automáticamente un cigarrillo. Para algunos fumar es la ocasión de sentirse solos y tranquilos.
La mayoría de los fumadores son completamente conscientes de los riesgos que corren, sienten un cierto placer al jugar con fuego y afrontar los numerosos riesgos sobre su salud. Algunos psicólogos y psiquiatras no dudan en evocar tendencias suicidas.
Cuanto antes se empiece a fumar, más importante es el riesgo de dependencia. El 80 % de los fumadores han empezado a fumar antes de los 18 años.
Corresponde a las sensaciones que faltan. Desde que una persona se inicia en el tabaquismo los receptores de nicotina se multiplican en ciertas zonas del celebro. Esta dependencia aparece desde que la cantidad de nicotina disminuye en la sangre. En ese momento los receptores de la nicotina necesitan estímulo y el fumador necesita tomar un cigarrillo.
El efecto de la nicotina se produce muy rápido (en menos de 8 segundos) y dura entre 20 minutos y 45 minutos. La tasa de la nicotina que se eleva rápidamente es el origen del placer de fumar y de la dependencia que lleva consigo. Cada cigarrillo fumado aumenta la dependencia que conduce a la adicción al tabaco.
Corresponde a la búsqueda de los efectos de la nicotina (no tener hambre, relajación, placer, sosiego de angustias, antidepresivo, estimulación). El nerviosismo, la necesidad de comer o la cólera aparecen cuando el organismo no absorbe suficiente nicotina y su tasa disminuye. Fumar se vuelve indispensable para colmar la falta de nicotina de los receptores.
Corresponde a los reflejos provocados por la voluntad de fumar en circunstancias bien precisas, como con el café o los amigos.
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