Una de las razones principales para no querer dejar de fumar es el miedo a engordar. Es indispensable aceptar que el beneficio de dejar de fumar es muy superior al hecho de subir unos kilos. Por otro lado, es posible, sin demasiado problema, limitar esos kilos momentáneos.
Es posible dejar de fumar y perder peso. Lo importante es controlar la ansiedad, comer solo las comidas principales, vigilar el consumo de calorías y tomar algo a media mañana y a media tarde como una fruta. También es importante hacer ejercicio físico, salir a caminar, empezar a correr o practicar algún deporte.
La variación en el cambio de peso al dejar de fumar es importante y alrededor del 16 % de las personas han mostrando pérdida de peso según diferentes estudios.
Abandonar el tabaco implica que se gane peso, aunque, es de forma coyuntural. La media que engordan las personas gira en torno a los 2,5 kilos. Pero esta ganancia de peso puede contrarrestarse. Como promedio, las mujeres recuperan su peso doce meses después de dejar de fumar. Un fumador pesa de media entre 3 y 4 kilos menos que un no fumador. El aumento de peso que aparece al dejar de fumar, del orden de 3 o 4 kilos, es solo la recuperación del peso normal. El eventual aumento de peso, a menudo es el motivo de la recaída.
La nicotina disminuye el apetito y por eso los fumadores tienen menos necesidad de comer. La nicotina permite a una persona que se fuma un paquete diario quemar entre 200 y 300 calorías cada día. Ante una actividad idéntica, un fumador consume más calorías que un no fumador. Aproximadamente, uno de cada tres fumadores no engorda cuando deja de fumar. Durante el periodo de consumo de substitutos de nicotina es más fácil no picar y mantener el peso.
Si dejas de fumar, no realices un régimen alimentario estricto. Es imposible enfrentarse a dos frentes a la vez, el tabaco y la dieta. Efectivamente, demasiada presión tiene el riesgo de ser insoportable y llevar a un fracaso. Es mejor concentrarse, ante todo, en dejar de fumar. La opinión de un nutriólogo o dietista puede ser necesaria, sobre todo, si se deja de fumar sin la ayuda de un médico de familia o tabacólogo.
Adoptar buenos hábitos alimenticios puede ayudar al fumador a evitar el aumento de peso. No es muy complicado limitar los kilos que se pueden engordar al dejar de fumar. Pero es muy importante aceptar el eventual aumento de algunos kilos que, seguramente, se perderán otra vez al cabo de 6 meses.
Se recomienda evitar picar (cuando tengas un poco de hambre, come manzanas, yogurt, queso blanco o fruta) y redescubrir las frutas y las verduras, así como sus sabores (quizás los hayas olvidado). No te saltes una comida y desayuna de forma consistente (fruta, yogurt, cereales). Evita las salsas demasiado ricas, privilegia el pescado y limita la pastelería, la charcutería y el chocolate.
Consume regularmente pasta, arroz, patatas, azúcares lentos que evitan tener hambre. Evita el chocolate, el café y el alcohol, ya que a menudo se asocian con fumar un cigarrillo. Pon todo de tu parte y consulta a un médico nutricionista o dietista para que te puedan ayudar. En cuanto tengas ganas de fumar, bebe un vaso de agua y come una fruta, como una manzana. Haz deporte regularmente, varias veces a la semana, y aumenta tu actividad física.
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