El tabaquismo en las mujeres ha aumentado regularmente en los últimos años. Dejar de fumar antes de los 50 años de edad reduce 50 % los riesgos de muerte en los próximos 15 años.
La principal razón por la que las mujeres fuman es para controlar la ansiedad y calmar sus nervios, al igual que los hombres. El tabaco es utilizado como amortiguador contra los sentimientos negativos y siguen fumando para controlar el peso (la mujer sufre un incremento de peso superior al del hombre cuando deja de fumar). Suelen asociar el fumar a un momento de pausa o relajación.
Las mujeres dejan de fumar con más dificultad que los hombres debido a sus diferentes respuestas a la nicotina, por falta de apoyo social, el miedo al aumento de peso, los síntomas depresivos y los cambios hormonales. Sus tasas de recaída son más altas que en los hombres y suelen necesitar varios intentos para dejar por completo el tabaco.
Las grandes compañías tabaqueras fabrican cigarrillos delgados o finos pensando que son más atractivos para las consumidoras, aunque no tiene que ser necesariamente el caso. Lo mismo sucede con los cigarrillos mentolados o con sabores que, actualmente, están prohibidos en Europa según Normativa Europea del 2014. Sin embargo, son consumidos por cualquier género.
El principal motivo de las mujeres y los hombres jóvenes para empezar a fumar es el deseo de sentirse aceptados por sus amigos. Según datos del Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GECP), casi el 30 % de los adolescentes españoles fuma. El consumo de tabaco es más frecuente en mujeres adolescentes que en hombres. En Europa la mortalidad por cáncer de pulmón se ha multiplicado por dos en la mujer y, actualmente, en Estados Unidos mueren más mujeres de cáncer de pulmón que por el de mama.
Los 13 años y medio es la edad promedio en que empiezan a fumar. Las adolescentes de entre 16 y 18 años fuman mucho más que los más jóvenes. Más de un 25 % de las adolescentes de 18 años fuma todos los días.
En las mujeres, el consumo de tabaco adelanta la menopausia y aumenta el riesgo de osteoporosis y de fracturas de hueso. También el riesgo de enfermedad coronaria aumenta de forma considerable en las mujeres que toman anticonceptivos y fuman. El riesgo de tromboembolismo pulmonar es de 20 a 40 veces superior entre las fumadoras.
El tabaco acarrea en la mujer fumadora unos ciclos hormonales más irregulares y reglas a menudo más dolorosas.
Así como un descenso de la fertilidad y una disminución de las posibilidades de tener un hijo. El plazo de fecundación es, en general, más largo que en las mujeres que no fuman. Las fumadoras necesitan el doble de tiempo para quedar embarazadas. Además, los riesgos de fracaso de una FIV (fecundación in vitro) son 4 veces más importantes en una fumadora.
Por otra parte, un aumento del riesgo de cáncer de pulmón, cuello uterino o pecho, así como un adelanto de la edad de la menopausia.
Asociar el tabaco y la píldora aumenta aún más los riesgos cardiovasculares. Al igual que el riesgo de trombosis venosa, presencia de coágulos de sangre en las venas, se multiplica por 40 en las mujeres de más de 40 años de edad que toman la píldora.
Los riesgos de tener un aborto espontáneo se multiplican en las fumadoras. Puede ser más elevado en las grandes fumadoras de más de un paquete al día. El riesgo de aborto espontáneo se multiplica por 2.
El tabaquismo es la primera causa de parto prematuro. Mientras que el riesgo de tener un embarazo extrauterino se multiplica por 2.
Las consecuencias de fumar durante el embarazo son múltiples. La nicotina llega a la placenta y es absorbida por el feto. A este fenómeno se le puede denominar tabaquismo pasivo in útero. El humo que proviene de los cigarros llega a la sangre del feto e impide que obtenga una parte del oxígeno que necesita. El paso del monóxido de carbono a la sangre del feto puede provocar una hipotrofia (disminución del peso del bebé) —el bebé de una gestante fumadora puede nacer con tan solo 200 g de peso—, una disminución del tamaño y del perímetro craneano.
El riesgo de dar a luz un bebé que pese menos de 2,5 kg es dos veces mayor en las mujeres que fuman. Un bebé que nace con tan poco peso puede presentar complicaciones mayores. El riesgo de muerte súbita del recién nacido se multiplica por 3 si la madre fuma durante o después del embarazo. Los bebés que han tenido contacto con el tabaco desde que estaban en el vientre de su madre presentan un riesgo mayor de volverse fumadores desde muy temprana edad.
Dejar de fumar durante el embarazo es posible. El médico puede prescribir sustitutos nicotínicos. Es muy importante no fumar, ya que se reducen significativamente los riesgos para la madre y el bebé.
Al día de hoy se constata un aumento del tabaquismo en las mujeres mexicanas. México es segundo lugar global en mujeres fumadoras. Algunos especialistas indican que de aumentar esta tendencia, el tabaco en 2025 será la sexta causa de muerte en el país. Este aumento está en relación con el modo de vida actual debido a que las mujeres mexicanas participan más en acciones laborales, políticas y de cualquier tipo. Por esta razón, es necesario tomar medidas de prevención para evitar enfermedades y mejorar las expectativas de vida.
México gasta más de 75 mil millones de pesos mexicanos al año en la atención de enfermedades relacionadas con el tabaquismo. Las isquémicas del corazón son la principal causa de ingreso hospitalario con un 38,8 %, seguidas por las cerebrovasculares con el 31,9 % y las enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores con el 22,3 %.
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