La natación es un deporte que ayuda a educar la respiración y a mejorar el funcionamiento del sistema respiratorio. Pero es importante tomar en cuenta ciertas precauciones.
De acuerdo con ciertos estudios, nadar en alberca aumentaría la incidencia del asma y la bronquitis en los niños y adultos debido a los productos que se utilizan para desinfectar el agua de las piscinas. La inhalación de las sustancias cloradas puede desencadenar una crisis de asma, agravar una rinitis o provocar eczema.
Hay que prestar especial atención a los bebés que practican natación, ya que puede aumentar el riesgo de presentar síntomas respiratorios en el transcurso de la infancia.
Si aparece alguna infección pulmonar, bronquitis, crisis de asma, angina, faringitis, sinusitis u otitis, es mejor suspender la natación al menos momentáneamente y consultar con el pediatra.
Sumergirse o permanecer bajo el agua es una acción que muchas veces es contraindicada cuando se padece asma. La opinión de un neumólogo es indispensable.
No nadar en caso de sentir molestias respiratorias.
Hacer calentamiento de 10 a 15 minutos, aproximadamente, antes de meterse al agua. Entrar poco a poco a la alberca y nadar con calma al principio.
Inhalar dos bocanadas de un broncodilatador de 10 a 15 minutos antes de la actividad física permite, en la gran mayoría de los casos, prevenir el asma inducida por el ejercicio.
Utilizar gafas de natación. Hidratar la piel después de la sesión de natación, si se padece eczema.
Lavar las fosas nasales con la ayuda de un suero fisiológico después del baño en la piscina. Para evitar el contacto del agua clorada con las mucosas nasales, se puede usar una pinza para la nariz.
Nadar en el mar es muy aconsejado. Si se tiene la oportunidad, preferir el mar.
Nadar en una piscina desinfectada con ozono disminuye los riesgos de presentar las manifestaciones provocadas por el cloro. El ozono descontamina incluso mejor que el cloro, ya que evita el uso de productos químicos.
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