La actividad física es una herramienta muy eficaz en el tratamiento de la disnea y la EPOC, enfermedad de los fumadores. Si se practica dos horas por semana, tiene un efecto antiinflamatorio y antioxidante que mejora el estado respiratorio.
En caso de bronquitis aguda o crónica, la membrana mucosa que recubre los bronquios se inflama y esto forma una gran cantidad de moco, que se expulsa como flemas (expectoración). La expulsión de las flemas ayuda a mejorar la bronquitis porque, de esta manera, las vías respiratorias están más limpias y el aire puede circular mucho mejor.
Los primeros síntomas de la bronquitis crónica suelen ser banales. Puede aparecer una dificultad para respirar durante el esfuerzo físico y una tos acompañada de expectoración (mucosidad, escupir), llamada hipersecreción mucosa.
Se habla de bronquitis crónica cuando estos síntomas se desarrollan la mayoría de los días, al menos 3 meses al año, durante los últimos dos años, pero siempre que se haya excluido otra enfermedad pulmonar.
En el tratamiento de la bronquitis crónica se utilizan los broncodilatadores por vía inhalatoria, los corticoides inhalados (actualmente en discusión) y los antibióticos en el curso de las sobreinfecciones bronquiales. También pueden ayudar los mucolíticos y la fisioterapia respiratoria. Lo más importante es el cese del tabaco y evitar en lo posible la contaminación atmosférica y las infecciones respiratorias.
Las causas más frecuentes de la bronquitis aguda son los mismos virus responsables de los resfriados y la gripe, aunque en algunas ocasiones los responsables son las bacterias. También determinados irritantes de las vías respiratorias pueden aumentar el riesgo de sufrir bronquitis aguda.
Suele durar unas tres semanas como máximo, excepto cuando aparecen complicaciones y cursa con tos acompañada o no de expectoración (expulsión de mucosidad por la boca), dificultad para respirar, opresión en el pecho y, a veces, pitos o silbidos en el pecho.
El jengibre preparado en forma de té. Se vierte media cucharadita de la raíz de jengibre en un pocillo de agua caliente, se endulza con una cucharada de miel y se le agregan unas gotas de limón. Se toma tres veces al día, alejado de las comidas principales.
El jugo de cebolla ayuda tanto a prevenir como a curar los síntomas de la bronquitis. La cebolla es un expectorante natural y favorece la expulsión de la mucosidad. Para prepararla se toma una cucharada de su jugo todos los días en ayunas. También se puede tomar a lo largo del invierno para prevenir problemas bronquiales.
La cúrcuma en forma de polvo. Se diluye media cucharadita en medio vaso de leche tibia y se toma tres veces al día fuera de las comidas principales. Cualquiera que sea el remedio utilizado siempre debe ir acompañado de una buena hidratación.
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es una enfermedad que comporta una disminución del calibre bronquial, lo que provoca dificultad para respirar e hipersecreción mucosa. Existe una afectación de los cilios de los bronquios, que no pueden extraer el exceso de moco que se fabrica.
Una EPOC puede evolucionar hacia una insuficiencia respiratoria, lo que deja al aparato respiratorio incapaz de asumir su papel. Además, provoca una dificultad para respirar permanente, gran fatiga, malestar respiratorio, dolor de cabeza, episodios de sobreinfección bronquial frecuentes y la necesidad, en estadíos evolucionados, de un aporte de oxígeno. Los episodios que requieren hospitalización suelen ser comunes.
Se aconseja practicar deporte como mínimo 2 horas por semana. Con la actividad física disminuye la disnea (dificultad para respirar), gracias a la mejora de la función muscular. También mejora la tolerancia al esfuerzo y los índices que miden la calidad de vida, además disminuye el número de exacerbaciones.
Los riesgos de hospitalización y mortalidad de origen respiratorio se reducen. Mientras que la rehabilitación respiratoria disminuye la dificultad para respirar, así como la tos y la expectoración. Es una terapia fundamental tanto para la bronquitis crónica como para la EPOC.
Gracias a la rehabilitación respiratoria disminuyen los síntomas, las complicaciones y los episodios de sobreinfección. El paciente se adapta mejor al esfuerzo y es más autónomo en las actividades cotidianas. Además, mejora la calidad de vida y reanuda las actividades que no podía realizar antes. También se reduce el número de hospitalizaciones.
Un estudio realizado a 6.790 personas durante 11 años ha revelado que los fumadores activos que practican una actividad física regular, igual o superior a 2 horas por semana, tienen un riesgo más reducido de desarrollar una EPOC. Otro estudio llevado a cabo durante 20 años en 2.386 personas afectas de EPOC ha mostrado que una actividad física practicada como mínimo 2 horas a la semana, el riesgo de hospitalización y mortalidad de origen respiratorio disminuye 40 %.
Foto: © nebari – 123RF.com