La otitis media aguda es una infección del oído medio y puede aparecer de forma aislada o acompañada de otra enfermedad, por ejemplo, con rinofaringitis o anginas. La otitis puede afectar a uno o los dos oídos y es un problema frecuente en los niños.
La otitis, infección e inflamación del oído, es una enfermedad común en la infancia. Representa la segunda enfermedad infecciosa más frecuente después de la rinofaringitis. La parte del oído más afectada durante la infancia es el oído medio.
Generalmente, la otitis es causada por bacterias, virus o líquido que penetran al espacio aéreo del oído medio y provienen de la garganta y nariz. Es más frecuente en invierno debido a los resfriados que afectan a la garganta y los mocos en la nariz. A través de la trompa de Eustaquio pueden llegar al oído.
Suele cursar con dolor de oídos y supuración de pus o líquido. Este proceso puede empeorar y hasta perforar el tímpano. Otra causa habitual (y que se puede prevenir) es el agua que entra en los oídos de los bebés mientras los bañamos o de niños mayores durante las clases de natación o en la piscina.
En general, se trata y se cura muy rápido. Los dolores y la inflamación suelen remitir entre las primeras 24 a 78 horas de que se noten los primeros síntomas. No es necesario suministrar muchos medicamentos agresivos.
A este tipo de otitis también se la conoce como oído del nadador. Es una inflamación o infección de la piel del conducto auditivo externo, común en niños que pasan mucho tiempo en el agua. Una otitis externa suele cursar con dolor e inflamación del conducto auditivo. Los oídos se perciben tapados y suele haber supuración. En los casos más graves el dolor aumenta al tragar o al mover los oídos. Además, la capacidad auditiva puede disminuir.
Cuando una rinofaringitis precede a la otitis, el niño tiene mocos algunos días antes de la aparición de la otitis. Suele aparecer un dolor muy fuerte que afecta la zona del oído. Otros síntomas frecuentes son los zumbidos, la sensación de oído tapado o la aparición de una secreción de pus o de sangre por la oreja, en caso de rotura del tímpano.
El niño se toca la oreja y puede tener dificultades para oír. Según la edad pueden aparecer también lloros, cansancio, fiebre, dolor de cabeza, dolor de garganta y dificultad para dormir. En los bebés, además, suele manifestarse inquietud e irritación. El bebé se toca el oído porque le duele. También pueden aparecer fiebre, vómitos y pérdida del apetito.
Cuando se perfora el tímpano, el síntoma más importante es que el oído supura un líquido espeso que sale al exterior. A veces también se pueden encontrar manchas o costras en la almohada del bebé que indican que ha habido supuración. En ocasiones, la otitis no da muchos síntomas y el médico la puede diagnosticar mediante la observación del oído medio.
Si no se trata a tiempo, la consecuencia más importante es la hipoacusia o la pérdida de la audición con las alteraciones del lenguaje y retraso en el aprendizaje. Otras consecuencias pueden ser la aparición de mareos o dolores de oído y, de forma extraordinaria, se puede desarrollar una infección más seria como una mastoiditis (infección de los huesos alrededor del cráneo) o una meningitis (infección del cerebro).
Si la otitis se trata correctamente y de forma temprana, no tiene que tener ninguna repercusión.
La utilización de los bastoncillos de algodón no se recomienda, ya que pueden provocar una perforación del tímpano. Siempre es mejor no fumar porque el tabaco es un factor agravante.
Cuando bañamos a los bebés, hay que procurar que sus oídos no queden en horizontal a la hora de acercar el agua a su cabeza. Respecto a las piscinas se recomienda utilizar tapones para los oídos o gorros de látex que cubran las orejas. Evitar exponer al niño a ruidos demasiado violentos y enseñarle a sonarse la nariz correctamente. No acostar al bebé con un biberón, ya que el líquido puede estancarse en los conductos y provocar la multiplicación de las bacterias con el riesgo de pasar al oído medio. No darle el chupete y evitar la exposición a alergenos.
No acostar al niño del lado del oído infectado porque esta posición puede agravar el dolor. Se suele prescribir un tratamiento a base de antibióticos. También es importante limpiar la nariz y evitar fumar delante del niño.
Los remedios caseros nunca pueden sustituir un tratamiento con medicamentos. Solo deben plantearse como un complemento para aliviar el dolor y obtener la curación de forma más rápida. Se recomienda el calor seco que tiene un efecto calmante y analgésico. También se puede utilizar el ajo, solo o con vitamina E, mediante un aceite de ajo para aplicar de dos a tres gotas en el oído infectado con la ayuda de un gotero. El aceite de lavanda o de oliva también pueden servir. El vapor de eucalipto, las infusiones de manzanilla o una compresa empapada en jugo de cebolla también pueden ser útiles.
Los adultos también pueden sufrir otitis, aunque son menos frecuentes. Cualquier causa que provoque una inflamación o obstrucción de las trompas de Eustaquio hace que se acumulen más líquidos en el oído medio detrás del tímpano, lo que puede provocar la otitis. Entre ellas, se encuentran las alergias, los resfriados, las infecciones de los senos paranasales y el humo del tabaco.
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