La pérdida de la visión puede aparecer de forma progresiva o brutal. De forma progresiva puede deberse a una degeneración macular ligada a la edad (DMLA), a un desprendimiento de retina, a un transtorno circulatorio a nivel de los vasos retinianos o a una hipertensión ligada a una diabetes responsable de una bajada en la luminosidad. Si la pérdida de visión aparece de forma brutal puede ser debida a un traumatismo o a una interrupción de la circulación de los vasos sanguíneos del ojo o a un accidente vascular cerebral.