El ritmo cardíaco en el feto se puede percibir a partir de las 10 semanas de gestación. Está comprendido habitualmente entre 190 y 200 latidos por minuto (LPM). Al cabo de un mes suele disminuir a alrededor de 140 LPM. Por encima de 160 hablamos de taquicardia y por debajo de 119 latidos por minuto de bradicardia. El ritmo cardíaco fetal suele controlarse a lo largo del embarazo porque nos dá una idea del funcionamiento de la circulación sanguínea y permite detectar de forma precoz los transtornos del ritmo cardíaco. También les permite a los padres escuchar el latido de su bebé.