Descubre cuáles son los alimentos recomendados para un bebé de siete meses. Si tu pequeño se resiste a comerlos, prueba con estas deliciosas recetas de papillas y pon en práctica los siguientes consejos.
La mayoría de los bebés empiezan con la alimentación complementaria a partir de los cinco o seis meses. No obstante, sabrás en qué momento puedes comenzar a darle alimentos sólidos a tu hijo observando su comportamiento, aunque también deberás contar con el visto bueno del pediatra.
Si el bebé puede mantener la cabeza erguida por sí solo, sentarse bien en su silla alta para comer y es capaz de hacer movimientos de masticado, es muy probable que esté listo para pasar a la comida sólida.
Si además muestra interés en la comida, puede cerrar la boca alrededor de una cuchara y mover la lengua de un lado a otro, aunque esté perdiendo el reflejo de extrusión de la lengua (es decir, el reflejo de empujar con la lengua fuera de su boca todo lo que sea sólido), entonces ha llegado el momento de darle alimentos sólidos.
Un bebé de siete meses puede tomar leche materna entre cuatro y seis veces al día, o bien cuatro o cinco biberones de 178 ml a 237 ml de leche de fórmula. En cuanto a los lácteos, el bebé puede tomar pequeñas cantidades de yogur sin endulzar o requesón y queso de soja (tofu). Ahora bien, no le des leche de vaca hasta que tenga un año.
También puede comer cereales de arroz, cebada o avena enriquecidos con hierro, así como frutas en papillas o trituradas tales como bananas, peras, duraznos (melocotones) y manzanas.
Las verduras como el aguacate, la zanahoria cocida, la calabaza o el camote (boniato) en papillas o trituradas son muy aconsejables para los bebés de siete meses, así como los purés de legumbres tales como los chícharos (guisantes), lentejas y frijoles (negros, rojos, de ojo negro y fabas). Tanto con las frutas como con las verduras, puedes empezar dando a tu bebé una cucharadita e ir aumentando la cantidad gradualmente hasta darle entre 1/4 y 1/2 taza de fruta y de verdura cada día repartidas en dos o tres comidas.
En cuanto a la carne, para los bebés de siete meses se recomienda la de pollo, cerdo o carne de res en puré.
Un bebé de siete meses debe empezar a probar alimentos de diferentes grupos y aprender sabores y texturas, lo que es muy importante a la hora de comer.
Si el bebé es capaz de tragar la comida, puedes hacer purés con pequeños pedacitos o sencillamente aplastar los vegetales o frutas con un tenedor.
Durante el primer año de vida, la leche materna o la leche de fórmula enriquecida con hierro son la base de la dieta del bebé. Pero a la edad de seis o siete meses, el consumo diario de leche empezará a disminuir gradualmente cuando el bebé empiece a tomar comidas complementarias.
En cuanto a los cereales, se recomienda darle a diario cereales mixtos o cereales a base de soja, así como los enriquecidos con hierro.
En general, un bebé de más de siete meses ya come algunos vegetales. No obstante, es un buen momento para agregar otros como la coliflor, el brócoli, los espárragos, las arvejas, las papas (patatas), el choclo (maíz), los repollitos de Bruselas y el aguacate (palta). Trata de hacer purés de textura más gruesa. Para aumentar los sabores puedes mezclar distintos vegetales.
También se le puede añadir más fruta a la dieta. Las ananás (piñas), pasas de ciruelas, mandarinas (tangerinas) o duraznos (melocotones) son las frutas que más suelen gustar a los pequeños.
Muele la fruta con un tenedor y luego ofrécesela en cubitos (cocidas o bien maduras) para que él mismo la coma con sus dedos. Las frutillas o fresas, frambuesas, arándanos o moras deberás dárselas en forma de puré y luego pasarlas por un colador para sacarles las semillas y la piel.
Para evitar disminuir el apetito del bebé no le des más de un vaso o taza de 90 ml de jugo al día. Siempre es preferible darle agua. Nunca le des jugos antes de ir a dormir porque podrían provocarle caries.
La yema de huevo debe estar perfectamente cocida, nunca cruda o a medio punto. Para separar fácilmente la yema de la clara, es conveniente hacer un huevo duro. Empieza con una cucharadita de yema (5 ml) mezclada con un poco de leche o bien agrégala al cereal o al puré de vegetales. Aumenta la cantidad gradualmente hasta alcanzar un máximo de tres yemas por semana. Espera a que tenga un año para darle el huevo entero, ya que la clara (la parte blanca) es más alergénica.
Asimismo, las legumbres y el tofu permiten reemplazar a la carne. De hecho, el tofu de consistencia blanda puede hacerse puré y mezclarse con vegetales y las lentejas rojas o verdes son las más fáciles para hacer puré.
El pescado es una comida muy completa ya que tiene proteínas y ácidos grasos esenciales. El pescado de agua salada como la merluza, el abadejo, el bacalao (no en salmuera), el lenguado, la trucha o el robadallo son los más aconsejables. Ofrecérselo solo después de haber probado la carne. No obstante, si el bebé tiene alguna alergia alimentaria o si algún miembro de la familia las sufre, no le des pescado hasta después de haber cumplido los tres años de edad.
El marisco (langostinos, gambas, langosta o cangrejo) es susceptible de producir alergias en el bebé. Por eso, deberás evitarlo hasta que el bebé tenga al menos un año de edad o haya cumplido los cuatro años si existen alergias en la familia.
Para preparar una nutritiva papilla de pollo y pera necesitarás una patata, medio calabacín, una pera, media pechuga de pollo y una taza de caldo de verdura.
Pela la patata, el calabacín y la pera, luego córtalos en trozos. Después, colócalos en un cazo con caldo de verduras y ponlo a hervir durante diez minutos. A continuación, incorpora trozos de pechuga de pollo y deja que cueza otros tres minutos. Por último, mezcla los alimentos y tritúralos bien con una batidora e incorpora a esta mezcla un poco de caldo.
También puedes preparar para tu bebé un delicioso puré de judías verdes con tomate y manzana. Se elabora con 75 gramos de judías verdes, una manzana, un tomate y agua.
Para empezar, pela el tomate y las manzanas, después trocéalos. Quita las puntas de las judías verdes, lávalas bien y ponlas en un cazo con la manzana y muy poca agua. Cocina durante cinco minutos. Luego añade el tomate y espera otros cinco minutos más. Por último, tritura todos los ingredientes con una batidora.
Cuando tu bebé pruebe esta deliciosa papilla de calabacín, zanahoria y papa no querrá comer otra cosa. Además, el calabacín permite prevenir y mejorar los casos de estreñimiento. Los ingredientes principales son: medio calabacín, una rodaja de papa, una rodaja de zanahoria, agua y aceite.
Primero, lava, pela y corta todos los ingredientes en trozos. Después, ponlos en una olla y cúbrelos completamente con agua. Deja cocinar a fuego suave durante quince minutos. A continuación, tritúralo todo con la Thermomix. Coloca el puré en una olla y añade una cucharadita de aceite. Remueve bien, déjalo enfriar unos minutos y sirve la deliciosa papilla.
Acostumbrar al bebé a la alimentación complementaria puede resultar difícil, tanto para el propio bebé como para los padres porque preparan con ilusión la comida para después recibir el rechazo de sus hijos. Lo ideal es que un niño coma de todo, es decir, variado, y ese es el objetivo de los papás. Sin embargo, hay bebés que tienen muy claro lo que quieren y lo que no y, curiosamente, lo que menos suelen querer es la fruta y la verdura. Ante esta situación, ¿qué se puede hacer?
Primero, nunca se debe obligar al bebé a comer fruta y verdura y, de hecho, ningún alimento. El objetivo a los seis meses es que los bebés empiecen a comer otros alimentos diferentes a la leche ya que esa será su alimentación durante el resto de la vida. La idea es que poco a poco vayan probando nuevos alimentos, texturas y sabores. El momento de la comida y la cena debe ser un placer para el bebé y no un martirio. Por eso, no se debe obligar al pequeño a comer, ya que los papás se pondrán nerviosos y el bebé también y se corre el riesgo de crear el efecto contrario y que el bebé rechace sistemáticamente lo que se le da.
En estos casos, se aconseja preparar la verdura con el pollo y darle lo que quiera. Si no está enfadado, si aún tiene curiosidad, abrirá la boca. Tras la primera cucharada puede decidir que con esa ya hay suficiente o que acepta una segunda. Si el bebé cierra la boca o gira la cara, lo mejor es no insistir.
En este caso, los especialistas recomiendan repetir la receta y dársela a probar al bebé algunos días después. En efecto, varios estudios han demostrado que la aceptación de los alimentos está muy relacionada con el número de exposiciones a los mismos, es decir, cuanto más pruebe un alimento, más fácil será que le acabe gustando. De hecho, dicen que un bebé debe probar entre diez y quince veces un alimento para que termine por gustarle o para rechazarlo de forma definitiva. Entonces puedes repetir la receta o jugar con los ingredientes, quitar unos y poner otros para hacer la cosa más variada, si creemos que así le gustará más o lo aceptará mejor.
Tampoco conviene olvidar que el ejemplo es primordial. Es absurdo lamentar que tu hijo no coma verdura o fruta si tú no la comes tampoco. Hay padres que no la prueban y que solo la compran para dársela a los hijos. De hecho, cuando los papás comen verdura y fruta delante de ellos, es muy probable que los bebés quieran probar del plato de los papás. Lo ideal es comer con los niños en el mismo sitio y a la misma hora. Si el bebé come primero y los papás después nunca tendrá un ejemplo al que imitar y del que aprender.
Podría resultar útil añadir un poco de leche al plato. Puesto que la leche es un alimento que conoce y que le gusta, no se quejará tanto por la extrañeza de los nuevos sabores. Si toma leche materna, hay que sacarse un poco pero si bebe leche de fórmula será necesario prepararla y echarla en la papilla. Se aconseja evitar la leche artificial por el riesgo de alergia.
Otra opción es trocear los alimentos. Puedes darle ensaladilla rusa con carne picada para que vaya tomando lo que quiera con los deditos, así como brócoli, zanahoria hervida, judías, patata y fruta cortada en láminas (los tacos de fruta son peligrosos porque pueden asfixiar al bebé). Es increíble ver a niños que detestan las papillas de frutas comer una mandarina o un plátano con avidez porque lo que querían era que no estuviera triturado.
En definitiva, todo es cuestión de paciencia, al bebé le cuesta dejar la leche, que está bastante buena, para cambiarla por sabores que tampoco es que sean los más sabrosos. Pero si la transición se hace con naturalidad, es decir, si se ofrecen y se retiran los alimentos sin insistir en los más sanos, los niños no se sentirán forzados a comer nada y probarán de todo cuando les apetezca, unos días comerán más verdura y otros menos, pero comerán.
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