Si tu bebé no evacúa lo suficiente y muestra signos de dolor al hacerlo puede estar sufriendo de estreñimiento, un trastorno causado por una alimentación inadecuada o alguna patología. Aprende a tratarlo y a identificar los signos de una posible complicación.
El estreñimiento es una alteración patológica que disminuye la frecuencia de las deposiciones y las hace más sólidas y duras.
Cuando el niño necesita evacuar pero no puede hacerlo con la frecuencia normal, empieza a sufrir dolores e incluso puede tener miedo a defecar.
Ahora bien, el lactante alimentado con leche materna rara vez se estriñe, dado que esta es de fácil digestión y favorece la maduración intestinal y el crecimiento de bacterias intestinales beneficiosas para la defecación. En el intestino grueso de los lactantes estas bacterias aseguran la retención de agua, de modo que sus deposiciones se ablandan, facilitando los movimientos intestinales.
En cambio, los niños alimentados con biberón sufren estreñimiento con más frecuencia porque les resulta más difícil digerir la leche de fórmula. Además, los bebés alimentados únicamente con biberón tienen normalmente menos movimiento intestinal (peristalsis) que los criados a base de leche materna. Sus deposiciones son más espesas y presentan un color verdoso diferente.
La frecuencia normal de las deposiciones en el recién nacido oscila entre una y varias veces al día. Hasta los dos o tres meses de edad, el lactante suele evacuar frecuentemente deposiciones de color amarillo y lo hace después de cada toma.
Si no se trata el estreñimiento en bebés recién nacidos puede causar un bloqueo intestinal que requerirá cirugía.
Asimismo, el estreñimiento en un recién nacido también puede ser un síntoma de un problema médico más grave. Por este motivo, es muy importante saber cómo detectar el estreñimiento en un bebé recién nacido y cómo tratarlo.
Los bebés que muestran señales de dolor al evacuar suelen padecer estreñimiento. Observa si tu bebé hace gestos de dolor, arquea la espalda o llora mientras intenta mover el vientre. Aunque también es cierto que, a menudo, los bebés hacen fuerza cuando mueven el vientre debido a que sus músculos abdominales todavía no están bien desarrollados. Si tu bebé hace fuerza durante algunos minutos y luego evacua heces normales, lo más probable es que no padezca estreñimiento.
Vigila los movimientos intestinales de tu bebé. Cuando un bebé sufre estreñimiento deja de mover el vientre. Si te preocupa, intenta recordar cuándo fue la última vez que tu bebé movió el vientre y lleva un registro escrito de sus evacuaciones. Si tu bebé no ha evacuado en los últimos cinco días debes llevarlo urgentemente a que le vea un pediatra. Además, si el bebé tiene menos de dos semanas de vida y pasan más de dos o tres días entre sus evacuaciones, debes llamar a un pediatra.
Tampoco olvides examinar las deposiciones de tu bebé recién nacido porque, aunque evacúe, podría estar padeciendo estreñimiento. Si las heces son heces pequeñas y semejantes a bolitas, tienen un color oscuro, negros o grises o bien son heces secas con poca o ninguna humedad es muy probable que tu bebé esté estreñido.
Recuerda que también debes vigilar las señales de sangre en las heces o en el pañal. Considera que al hacer el esfuerzo por evacuar heces duras, tu bebé podría haber sufrido una pequeña rasgadura en su delicada pared rectal.
A la hora de lavar al bebé, conviene aplicarle un poco de vaselina alrededor del ano.
A partir de los dos meses de edad los bebés suelen evacuar una o dos veces al día. Aunque también dependerá del tipo de alimentación que reciba, de su propia naturaleza y de la posibilidad de padecer o no alergias.
Cuando el bebé expulsa heces duras y secas, estas lastiman la delicada piel que rodea la abertura del ano y producen unas pequeñas lesiones —acompañadas o no de sangre— que se llaman excoriaciones. En este caso, debes mantener el área lo más limpia y seca que puedas y aplicarle una loción de aloe vera en la zona para ayudarlo a sanar.
En primer lugar, cuando un niño no se mueve o está tumbado mucho tiempo, el intestino se mueve menos. Por el contrario, cuando se le lleva en una mochila portabebés, el movimiento y la posición vertical que adopta el organismo favorecen el tránsito intestinal y las evacuaciones.
Otro remedio consiste en darle el pecho o el biberón frecuentemente, ya que comer estimula el movimiento intestinal. Cada vez que un bebé come, el intestino empieza a moverse para hacer sitio al alimento nuevo que llega.
También es posible aliviar el estreñimiento de un niño criado con biberones. Solo hay que ofrecerle un poco de agua extra para evitar que su organismo absorba toda el agua de las heces, las seque y endurezca en exceso. Por eso, algunos pediatras recomiendan rebajar los biberones un poco, poniendo 35 ml de agua en vez de 30 por cada medida rasa de leche. Con lactancia materna, si se les deja mamar libremente es muy raro que queden justos de agua porque ellos mismos deciden cuánta necesitan.
Una vez que el el niño empieza a tomar alimentos de transición o sólidos, la frecuencia de las deposiciones, su aspecto y su consistencia dependerán del tipo de alimentación recibida.
En este momento, las deposiciones irán tomando el aspecto normal en cuanto a consistencia y olor. El bebé evacuará entre una y varias veces al día, incluso una vez cada dos días. Mientras que el niño evacúe deposiciones blandas y no tenga molestias, aunque pasen un par de días sin defecar, no debería considerarse como estreñido.
De todas formas, al llegar a esta fase, algunos bebés pueden sufrir estreñimiento ligero. Esto se debe a la necesidad del intestino de acostumbrarse a la nueva composición de los nutrientes. Con el tiempo, a medida que su dieta comprenda una mayor proporción de alimentos sólidos, el estreñimiento puede estar provocado por una simple falta de hidratación, es decir, el bebé no toma la cantidad suficiente de agua.
Si los cambios en la dieta no surten efecto, emplea un supositorio de glicerina.
Estos supositorios se introducen suavemente en el ano del bebé para lubricar la materia fecal. Sin embargo, solo deben utilizarse de forma ocasional y después de haber obtenido el visto bueno del pediatra.
El estreñimiento en bebés puede mejorarse con unos sencillos masajes en la zona del vientre.
Efectúa movimientos circulares en la zona cercana al ombligo y mueve sus piernas como si estuviese andando en bicicleta, dale un baño con agua tibia o aplica sobre su vientre una toalla empapada en agua tibia.
Una de las primeras medidas consiste en hacer que el bebé tome más líquidos, ya que a menudo el estreñimiento se debe a una falta de fluidos en el tracto digestivo. Ofrécele el pecho o la fórmula con más frecuencia, cada dos horas, por ejemplo.
No obstante, si ninguno de estos remedios alivia el estreñimiento de tu bebé, lo más recomendable es llevarlo al pediatra para que le examine y le prescriba un tratamiento que alivie el estreñimiento. Evita tratar el estreñimiento de tu bebé con laxantes o enemas sin la aprobación del pediatra y tampoco introduzcas termómetros u otros objetos en el ano para estimular el movimiento de los intestinos porque puede hacerle daño.
En caso de circunstancias extremas busca atención médica de emergencia. El estreñimiento puede complicarse y desencadenar un bloqueo intestinal cuando viene acompañado de ciertos síntomas como un sangrado rectal y vómitos. Se trataría de una situación que podría poner en peligro la vida del bebé, de modo que debes acudir a urgencias lo antes posible. Otros síntomas graves incluyen sueño excesivo o irritabilidad, abdomen inflamado o distendido, falta de apetito y orina escasa.
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