La alimentación por medio del biberón permite al bebé crecer y desarrollarse armoniosamente. Las madres que eligen el biberón deben tranquilizarse y no culpabilizarse por no amamantarlo. Las leches infantiles responden perfectamente a las necesidades nutricionales del bebé y sus propiedades son similares a las de la leche materna. Por otra parte, están enriquecidas con vitaminas, hierro y calcio.
Los consejos para alimentar al bebé con biberón son idénticos a los de amamantar con el pecho: estar tranquila, bien dispuesta, darle el biberón en un sitio tranquilo, hablarle o cantarle una canción, entre otros.
Las leches del primer año, todavía llamadas leches infantiles, son las que están destinadas a los bebés durante los primeros meses de vida. Su composición es muy próxima a la leche materna. Los biberones responden a la necesidad de succión del bebé. Estas leches se pueden dar a los bebés hasta el mes 6 aproximadamente, hasta que coma una comida completa sin leche cada día.
Existen leches infantiles destinadas a los bebés que tienen problemas de digestión o alergias. Las leches de la segunda edad aseguran el crecimiento del bebé entre los meses 5, 6 y hasta el primer año de vida. Están enriquecidas con ácido linoleico, hierro, calcio y vitaminas. Se pueden iniciar cuando el bebé es capaz de tomar una comida completa sin leche cada día, es decir, hacia el mes 6 o 7, pero nunca antes del mes 4. La cantidad debe ser, como mínimo, de 500 ml al día hasta el año como mínimo.
Las leches para el crecimiento a partir del primer año y hasta el tercero aproximadamente. Estas leches están enriquecidas con hierro y ácidos grasos esenciales.
Si el bebé será alimentado con leche infantil desde el nacimiento, se le dan dos tomas de vitamina K en el transcurso de los primeros días de vida. Las leches infantiles son suficientemente ricas en esta vitamina. La vitamina D puede administrarse si el médico lo considera oportuno.
Es importante lavarse bien las manos antes de preparar un biberón. Hay que calentar el agua sola: se aconseja utilizar agua poco mineralizada, con PH neutro y previamente hervida. Las botellas de agua deben conservarse en la nevera y utilizarse solo dentro de las 48 horas después de haberlas abierto.
Hay que llenar el biberón con la cantidad de agua recomendada y añadir la leche en polvo con el medidor exclusivamente. Se añaden el número de medidas correspondientes siempre al raso y sin comprimir el contenido, es decir, rellenar sin apretar y dejarlo al raso con un cuchillo, por ejemplo. Por cada 30 ml de agua hace falta una medida rasa de leche en polvo.
Hay que asegurarse que la temperatura del biberón sea entre 35 y 37 grados depositando algunas gotas de leche sobre el reverso de la mano para comprobar la temperatura. Mezclarlo todo agitándolo y verificar que la temperatura no sea demasiado elevada de la misma forma que en el paso anterior. No añadir azúcar.
Un biberón no se prepara de antemano: debe prepararse justo antes del consumo y hay que tirar el resto que el bebé no haya consumido, así como todo biberón que no se haya ingerido. Una botella de leche abierta se conserva un máximo de 24 horas en el frigorífico. El agua debe especificar que sea conveniente para preparar la alimentación de los niños de pecho.
Se aconseja por numerosos médicos hasta los 4 meses, aproximadamente. Para hacer la esterilización en caliente hay que poner los biberones en el esterilizador y retirarlos entre los 15 y 20 minutos después con unas pinzas. Es posible esterilizar hasta 8 biberones a la vez. Cuando se utiliza el hervidor hay que sumergirlo en agua hirviendo en una cacerola o en una olla durante 15 o 20 minutos.
Para la esterilización en frío se ponen el biberón, las tetinas y los manguitos en un recipiente, se vierte agua fría y se añade un comprimido antiséptico. Se debe esperar a que actúe durante alrededor de 30 minutos. La solución desinfectante permanece activa unas 24 horas, lo que permite dejar los biberones de esta forma hasta su utilización.
No hay que olvidar tapar bien el biberón y agitarlo hasta la disolución completa del polvo. Hay que poner y fijar la tetina. Las tetinas para neonatos que se aconsejan hasta las 4 o 6 semanas tienen un caudal más pequeño para permitir al bebé ingerir pequeñas cantidades de leche. Las tetinas de poco caudal aconsejadas a partir de las 6 u 8 semanas son las que vienen habitualmente en los biberones. Las tetinas rápidas se recomiendan a partir de los 6 meses aproximadamente, cuando se introducen alimentos semisólidos como las harinas. Los bebés no beben las mismas cantidades de leche, algunos necesitan más que otros. No hay que forzarlos.
Hay que utilizar agua, jabón y un cepillo. Se puede añadir sal gruesa para despegar los restos. Hay que cepillar el interior y el exterior del biberón y frotar bien el lugar en donde se vacía y se encastra la tetina. También se debe limpiar la tapa. El médico o el pediatra ayudan en la elección de la leche.
Los biberones pueden no esterilizarse a condición de que estén bien lavados y preparados. No se recomienda utilizar microondas para evitar riesgos de sufrir una quemadura y no cerrar demasiado fuerte el biberón para evitar que la tetina quede presionada y el bebé deba hacer un mayor esfuerzo para succionar. Hay que lavarse las manos, no tocar nada que pueda entrar en contacto con la boca y no poner los dedos en la tetina.
Hay que limpiar bien los biberones, las tetinas y los capuchones después de las comidas y quitar bien los restos de leche, ya que pueden transformarse en verdaderos nidos de microbios. Nunca hay que dar biberones ya empezados.
Las cantidades varían en función de la talla, el peso y el apetito del bebé. Ya sea en el transcurso del día o de la noche, un bebé se alimenta cuando tiene hambre. Suele llorar y gritar cada vez más fuerte cuando es así. El ritmo de los biberones no siempre es regular y los horarios deben adaptarse al bebé y ser flexibles. Si el bebé gira la cabeza cuando toma su biberón significa que, seguramente, la cantidad propuesta es demasiado grande, por lo que no hay que inquietarse. Las primeras semanas el bebé come cada 3 o 4 horas y toma de 5 a 7 biberones en 24 horas. El médico indicará las cantidades y el ritmo de los biberones.
Un ejemplo del ritmo de los biberones puede ser el siguiente: de 6 a 7 biberones de 90 ml cada uno (3 medidas de 30 ml) durante las 4 primeras semanas; 6 biberones de 1 a 2 meses; 5 biberones de 2 a 4 meses; 3 biberones de 5 a 6 meses y 2 biberones de 7 meses a 1 año. Un bebé que llora mucho después de haber tomado su biberón puede que no haya comido lo suficiente. Hay que comprobar que la tetina no esté taponada.
Lo primero es elegir correctamente la fórmula adecuada (consulta con el pediatra) y comprobar la fecha de caducidad. Hay que esterilizar los biberones nuevos. Prepara el biberón siguiendo las instrucciones para mezclar la fórmula: cuando se trata de una fórmula líquida, revisa si necesitas diluirla antes. La mayoría de las leches viene en polvo o en forma concentrada y necesitan mezclarse con agua. Hay fórmulas disponibles listas para usar, pero son más caras.
Lavarse las manos antes de preparar la fórmula y de alimentar al bebé. Si debes diluirlo utiliza agua embotellada. Para calentar el biberón puedes ponerlo en un tazón con agua tibia o usar el chorro de agua tibia, pero nunca utilices el microondas para calentar un biberón de leche materna ni de fórmula. En el mercado también se puede comprar un calentador de biberones.
Hay que sostener al bebé de forma adecuada, en un ángulo de 45 grados, sosteniendo al bebé en una posición semierguida y aguantando su cabeza. Si oyes sonidos fuertes de succión cuando esté bebiendo puede ser que esté tragando demasiado aire: inclina el biberón de forma que la boquilla y el cuello del biberón siempre estén llenos de leche o fórmula. Nunca apoyes el biberón contra la boca del bebé porque podrías provocar su ahogamiento. No se debe dar el biberón acostada, la madre o el padre siempre deben estar sentados.
Dar el biberón representa un momento importante entre el bebé y la madre o el padre. Hace falta estar tranquila y bien dispuesta a fin de que esta situación se desarrolle en las mejores condiciones posibles. Como cuando se da el pecho, es importante elegir un lugar tranquilo e instalarse cómodamente en un sofá, por ejemplo, apoyando la espalda sobre un cojín.
La inclinación del biberón es importante para que el bebé tome verdaderamente y no solo chupe. La correcta inclinación está indicada con la aparición de pequeñas burbujitas de aire en el biberón. La tetina debe estar siempre llena para que el bebé no trague aire que pueda provocarle cólicos y regurgitaciones.
Si tu bebé ha recibido el pecho en sus primeros meses de vida, tanto la textura que ofrece el biberón como la técnica de succión que se requiere para usarlo, es diferente a lo que ha estado acostumbrado. Al principio le puede resultar difícil acostumbrarse a toda esta novedad y es posible que lo rechace. Esta situación es normal y no hay que ponerse nerviosa. Lo mejor es darse el tiempo necesario hasta que el bebé acepte el biberón. Este proceso puede durar unos días. Antes de que la madre regrese a trabajar, se aconseja ofrecer el biberón al bebé entre 2 y 3 semanas antes para tener tiempo de probar distintas estrategias.
Antes de empezar puedes dejar que el bebé juegue con el biberón y la tetina para que los descubra. Se recomienda empezar con el biberón al final del día, cuando lo hayas alimentado normalmente con tu pecho: llena el biberón con muy poca cantidad de leche materna, no más de 15 ml y no se lo des tú: es mejor que lo haga otra persona, ya sea el padre o cualquier otra persona de tu confianza. Si con la tetina no consigue succionar, cámbiala por una parecida a la que tiene en el chupete, del mismo material para que la sensación sea similar. También puedes calentar la tetina con agua tibia para que tenga la misma temperatura que el pecho materno. Si el bebé es muy pequeño empieza probando con una tetina de flujo lento, ya que las convencionales pueden soltar la leche muy rápido, provocar que se atragante y lo encuentre desagradable.
Prueba diferentes posiciones para ver cómo reacciona o prueba darle la leche a distintas temperaturas para encontrar la que más le guste. En caso de que lo rechace, cálmalo y prueba nuevamente hasta tres veces seguidas antes de desistir (tras la última vez que lo rechace espera al menos 10 minutos para darle el pecho). Espera una o dos horas después de amamantarlo y ofrécele nuevamente el biberón. En caso de que no haya forma de que el bebé acepte el biberón, antes de modificar alguno de los elementos, debes intentarlo durante algunos días (al menos dos). Si cambias con mucha frecuencia de tetina o técnica solo conseguirás confundir y frustrar más al bebé.
Es muy importante retirar la leche materna de forma progresiva y tener mucha paciencia. No se debe esperar a que el bebé tenga mucha hambre para darle el biberón pensando que así lo aceptará: es un error. Debes probar con el biberón cuando el niño esté dispuesto, activo y de buen humor, no con hambre ni llorando. Hay que tener en cuenta que hay bebés que nunca aceptan el biberón porque simplemente no les gusta. En ese caso se puede probar una taza de entrenamiento o sippy cup, un vasito antiderrames que utilizan los bebés y niños pequeños.
No es recomendable dar el biberón a los bebés mientras duermen, ya que favorece la aparición de las llamadas caries del biberón. Esto se debe a que el efecto limpiador de la saliva disminuye y sus dientes están desprotegidos ante el alto contenido de azúcar que concentran en la boca. La grasa que contiene la leche materna tiene un efecto que protege los dientes. Además, cuando el bebé toma el biberón acostado, puede pasar algo de leche a las trompas de Eustaquio. Esto, además de irritarlas, favorece una infección u otitis.
La madre no tiene que culpabilizarse por esta situación. Para afrontarla hay que tener paciencia. Si ya le has dado de lactar a tu bebé durante un tiempo determinado y ahora llega el momento de pasar a otra etapa y empezar a trabajar, el cambio debe ser gradual, lleno de amor y serenidad para que ninguno de los dos se frustre. El consejo principal es que se debe retirar la leche materna de forma progresiva e introducir el biberón poco a poco y con paciencia.
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