El flúor es un elemento natural que se obtiene de varias fuentes: aguas fluoradas, mariscos, carnes y vegetales. Reforzar su presencia en los dientes es importante para evitar que estos se deterioren.
La caries es una de las enfermedades más comunes en los dientes de los niños. Y el flúor es uno de los mejores recursos para prevenirla. Se recomienda utilizar pasta de dientes o goma de mascar que contenga flúor en lugar de comprimidos o gotas.
El flúor protege a los dientes de los ácidos que desgastan el esmalte natural (es decir, su recubrimiento sólido). Los niños son propicios a tener caries. Se recomienda que se laven los dientes, por lo menos, dos veces al día con un dentífrico (pasta de dientes) con flúor para evitar las caries. Ayudarlos a cepillarse es importante para que con la práctica aprendan a hacerlo solos. Además, es importante asegurarse de que se eliminen todos los restos de comida.
En materia de flúor, la frecuencia es más importante que la cantidad. Las dosis de flúor requeridas pueden variar considerablemente de un niño a otro. Influyen varios factores, por ejemplo, la edad y la presencia de caries (20 % a 30 % de los niños tiene caries). También depende mucho de los hábitos alimenticios, la higiene bucal y el acceso a productos dentríficos.
Consultar al odontólogo regularmente y desde una temprana edad es indispensable. Además, con la visita al dentista se aprenden las buenas prácticas de higiene bucal y se crea una imagen positiva de este especialista de la salud. La aplicación de flúor bajo la forma de esmalte o gel en los niños es una buena alternativa.
Foto: © miucci22 – 123RF.com