La fiebre del dengue es una enfermedad transmitida por mosquitos que es endémica en muchos países tropicales y subtropicales. Muchos niños que padecen dengue no presentan síntomas pero otros experimentan fiebre elevada, sarpullido cutáneo y falta de apetito.
El dengue es una enfermedad epidémica y contagiosa que se manifiesta por dolores de los miembros, cefaleas, erupciones en la piel, un gran cansancio y fiebre. Sin embargo, se trata de una enfermedad leve y autolimitada que desaparece por sí sola en siete días.
El mosquito Aedes aegypti transmite el virus de la fiebre del dengue a través de su picadura. Los mosquitos portadores del virus viven en zonas donde se encuentra agua estancada. No se han descrito casos de transmisión entre humanos, el vector es el mosquito.
En algunos casos, el dengue es asintomático, es decir, no provoca síntomas. Los síntomas pueden aparecer después de un periodo de incubación que dura de cuatro a quince días desde la picadura del mosquito portador.
La enfermedad dura poco, generalmente menos de una semana. Cuatro virus diferentes causan la fiebre del dengue, cuando un niño ha superado la primera infección queda inmunizado contra el virus que causo la infección pero sigue siendo vulnerable a los otros tres virus .
El dengue produce fiebre alta (hasta 40 ºC) y se acompaña de cefaleas y dolores generalizados en las articulaciones y detrás de los ojos. Pueden aparecen erupciones en la piel que se parecen a los hematomas, así como sangrados en las encías o en la nariz.
Generalmente, las personas mayores o los niños que ya han tenido la infección anteriormente tienen más síntomas que en el primer contacto con el virus.
En primer lugar, se recomienda consultar a un pediatra.
Cuando el niño vive en una zona de riesgo y tiene síntomas que pueden corresponder a esta enfermedad hay que intentar corroborar el diagnóstico.
El pediatra prescribirá un análisis de sangre para buscar anticuerpos contra alguno de los virus responsables del dengue.
Los síntomas de la fiebre del dengue en los bebés suelen ser muy poco específicos y pueden confundirse con los síntomas de un catarro.
La fiebre del dengue produce fiebre elevada, sarpullido cutáneo y falta de apetito, como muchas otras patologías a esta edad.
Se aconseja consultar a un pediatra ante la presencia de estos síntomas para que realice estudios de diagnóstico con análisis de sangre, siempre que sea posible.
No existe un tratamiento curativo específico contra el virus del dengue sino medidas para controlar los síntomas. La fiebre se trata con paracetamol o acetaminofen y la deshidratación se previene con abundante hidratación.
Se recomienda al paciente guardar el máximo reposo posible, beber mucha agua y una dieta ligera. Si la fiebre es elevada no se debe administrar aspirina sino acetaminofén.
En efecto, no se deben administrar nunca en el tratamiento del dengue ni la aspirina y sus derivados ni derivados de antiinflamatorios no esteroideos (o AINES) como el ibuprofeno porque ambos pueden provocar hemorragias y poner en peligro la vida del paciente.
Además, el dengue hemorrágico requiere ingreso en un hospital y tratamiento por vía endovenosa con transfusiones ocasionales de sangre.
En cuanto a los bebés, el tratamiento es el mismo que en los niños más mayores.
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