La descomposición horaria, también llamada jet lag es la consecuencia de las modificaciones de los ritmos biológicos provocados por los viajes largos.
La descompensación horaria puede provocar ciertos síntomas más o menos importantes según la persona que viaja, el número de horas, el lugar de destino y el número de husos horarios atravesados.
Fatiga durante el día. Disminución del rendimiento. Trastornos del sueño: insomnio, dificultades para dormir, noches fraccionadas, sueños interrumpidos. Falta de apetito o crisis de bulimia. Trastornos intestinales: gases o estreñimiento. Boca seca. Problemas ORL: nariz tapada, garganta inflamada.
Descansar y dormir bien las noches anteriores al viaje. Dormir en el avión. Utilizar los tapones para los oídos y la máscara para intentar dormir.
No tomar somníferos. No se recomienda tomar somníferos para que el organismo se adapte naturalmente al desfase horario.
Evitar la flebitis levantándose cada 2 o 3 horas. No tener las piernas cruzadas. No dormir mucho tiempo y levantarse cada 2 o 3 horas. No permanecer inmóvil y levantarse cada 2 o 3 horas. Al estar sentado: realizar pequeños movimientos de flexión y extensión de las piernas, unos 15 movimientos cada hora.
Usar ropa holgada. Usar zapatos cómodos. Hidratarse bien. No consumir alcohol. Evitar los tranquilizantes y los somníferos. Usar medias de contención si la persona tiene varices. Se recomienda comer una comida ligera y evitar el consumo de alcohol en el avión.
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