Los resultados de una encuesta realizada en Inglaterra, durante una campaña de lucha contra el alcoholismo, en una muestra de 2000 personas mostró que más de 40 % ignoraban que el alcohol hace engordar.
Según numerosos especialistas, el alcohol es una bebida muy calórica y su consumo puede provocar un aumento de peso. La mayoría de los consumidores de alcohol ignoran que es necesario limitar otras aportaciones calóricas.
Diversos estudios revelan que el alcohol representa aproximadamente entre el 4 y 6 % de las aportaciones energéticas en la alimentación de los occidentales. Es por ello que los especialistas se oponen al hecho que el valor energético no aparezca en las botellas de alcohol.
Un gramo de alcohol contiene 7 Kilocalorias. Por tanto, es fácil deducir que un vaso de vino puede aportar aproximadamente 100 kcal. Una cerveza contiene 140 Kcal, mientras que un vaso de 4cl de coñac está alrededor de las 200 Kcal.
El alcohol no puede ser almacenado por el organismo ya que es eliminado muy rápidamente.
El alcohol disminuye la eliminación de las grasas porque las calorías aportadas por el alcohol son quemadas muy rápidamente antes de las calorías aportadas por las grasas.
El consumo de alcohol favorece así la acumulación de las grasas, esencialmente en la zona abdominal, situación frecuente en los grandes consumidores de cerveza.
El alcohol estimula el apetito; cuanto más se bebe, más hambre se tiene.
Según la cantidad y el tipo de alcohol consumido, los efectos secundarios pueden ser variados y más o menos severos: problemas de erección, aumento de los triglicéridos, disminución de la sensibilidad a la insulina, aumento de la presión arterial. Puede aumentar la frecuencia de ciertos cánceres y causar patologías cardiovasculares, patologías hepáticas, carencias vitamínicas, trastornos de la personalidad, cambios de humor...
Foto: © Boule - Shutterstock.com