La cerilla es una materia grasa, de aspecto ceroso y de color amarillento, que se sitúa en las orejas. Está formado por secreciones de las glándulas sebáceas y ceruminosas, de células de piel muerta y de polvo. Lubricando el tímpano, la cerilla protege contra las agresiones exteriores y asegura su función de transmisión del sonido.
La cerilla fluye del conducto auditivo de manera natural pero cuando es demasiado grueso, se acumula y acaba por formar lo que se llama, un tapón. Los primeros síntomas son:
Algunas precauciones permiten reducir la acumulación de la cerilla en las orejas y por lo tanto evitar los riesgos de tapones de cerilla:
Las personas con tapones de cerilla deberán utilizar tapones para oídos en dos situaciones particulares:
Ciertas soluciones médicas (gotas para oídos, espray, etc.) también pueden ser saludables para prevenir la aparición de los tapones de cerilla.
El tapón de cerilla puede ser ablandado gracias a gotas y lavados de oreja con agua tibia. Sin embargo, es recomendado consultar a un médico desde los primeros signos con el fin de evitar la infección o la perforación del tímpano. Si llega el caso, un especialista ORL retirará el tapón de cerilla gracias a una mini aspiradora.