Entre siete y ocho millones de personas padecen problemas de audición o de acufonía. Contrariamente a lo que se cree, las personas mayores no son las únicas afectadas.
Así como la presbicia se traduce en un envejecimiento del cristalino, la presbiacusia se traduce en un envejecimiento del sistema auditivo. Esta alteración aparece alrededor de los 60 años de edad.
Consiste en una pérdida progresiva de la función auditiva que afecta, en primer lugar, a las frecuencias agudas. La enfermedad, sin embargo, sólo se detecta cuando comienzan a verse afectadas las frecuencias de la vida cotidiana. La presbiacusia precoz es la que aparece entorno a los 40 o 50 años en lugar de hacerlo a los 60.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el 10% de la población española sufre algún tipo de problema auditivo, entre los que se incluye la presbiacusia. Para compensar la pérdida auditiva, existen hoy en día los audífonos. En España se venden cerca de 150.000 unidades al año. La hipoacusia puede llevar a un alejamiento del mundo exterior perjudicial para la calidad de vida.
La pérdida de audición puede aparecer al nacer o en cualquier otro momento de la vida; es el caso de algunas sorderas genéticas.
Entre las causas posibles de la sordera están las siguientes:
El ruido muy fuerte puede, literalmente, destruir el oído. Entre los ruidos capaces de provocar traumatismos sonoros están los de origen laboral y la música. El exceso de decibelios puede desencadenar problemas graves a largo plazo.
Durante los últimos cuatro años se han vendido en la Unión Europea cerca de 250 millones de reproductores de música y 165 millones de lectores MP3. La multiplicación de estos aparatos expondría a los jóvenes a niveles sonoros más altos de los tolerables.
10 millones de jóvenes corren el riesgo de experimentar una pérdida parcial o total de la audición. Las cifras se desprenden de un informe sobre riesgos sanitarios emergentes realizado por el Comité Científico por encargo de la Unión Europea. El informe concierne a los jóvenes que hayan escuchado música con auriculares más de media hora por día durante cinco años.
Las células sensoriales del oído interno son limitadas en número y no se renuevan. Si la destrucción de estas células sensoriales comienza en la adolescencia, ésta no hará más que agravarse a lo largo de la vida bajo el efecto de otros factores: enfermedad, medicamentos, envejecimiento.
Los traumatismos auditivos pueden tener consecuencias inmediatas: la acufonía y la hiperacusia. Ambos transtornos pueden desaparecen en algunas horas y requieren una consulta médica si persisten.