El cáncer agrupa un amplio grupo de enfermedades y tiene muchas posibles causas. Ciertos hábitos de vida son muy importantes al momento de desarrollar un cáncer.
El cáncer se produce por la proliferación de células anormales sin control. Esta células tienen capacidad de invadir y destruir los tejidos. Como consecuencia de este crecimiento excesivo, aparece un tumor que puede provocar daños tanto a tejidos cercanos (por compresión) como a distancia, a través de la diseminación a otros tejidos.
El cáncer proviene de una anomalía que afecta a las células del organismo y provoca un desarrollo incontrolable y anárquico de algunas de ellas. De manera general, el cáncer tiene la presentación de tumefacciones, nódulos o masas. Esta enfermedad puede afectar cualquier parte del cuerpo. El patrimonio genético de la célula cancerosa no funciona normalmente. Las células cancerosas se reproducen infinitamente y pueden desarrollar una red de nuevos vasos sanguíneos que les permite crecer aun más.
El cáncer es una de las principales causas de muerte en el mundo. Se caracteriza por la rápida reproducción de células anormales, es decir, células que han perdido su delimitación y sobrepasan sus confines habituales, lo que genera que el desarrollo celular sea diferente, impredecible e inusual.
Ciertos cánceres son causados por cambios en los genes por lo que son hereditarios, aunque la mayoría de los cambios que pueden provocar cáncer suelen aparecer a lo largo de la vida de la persona. Además de estos factores genéticos, otros agentes que pueden generar cáncer son algunos hábitos de vida como el tabaquismo, la mala alimentación y la falta de ejercicio; algunas infecciones, por ejemplo, el virus de la inmunodeficiencia humana o virus del papiloma humano; y circunstancias ambientales, como la exposición a ciertas sustancias químicas, laborales (asbesto) o a radiaciones, incluida la luz del sol.
Algunos hábitos, como el consumo de tabaco, pueden provocar cáncer de pulmón, boca, garganta, riñón y vejiga, entre muchos otros órganos. Tomar mucho el sol sin protección puede causar cáncer de piel, por ejemplo, el melanoma es una forma de cáncer de piel. La exposición a las radiaciones (médicos, dentistas) o las expuestas a un escape de radiación (también conocido como lluvia radiactiva) representan un riesgo mayor de cáncer que la no exposición. Ciertos productos químicos han sido asociados al cáncer.
Ciertos virus denominados oncogénicos, como los virus de la leucemia T humana tipo 1, el virus del papiloma humano, los virus de Epstein Barr o el virus de la hepatitis B, pueden favorecer el desarrollo de cáncer. También las personas expuestas al asbesto (amianto), al gas mostaza (utilizado como arma de guerra) y a las radiaciones Gamma son más propensas.
La mayoría de los síntomas de cáncer son muy poco específicos y cuando aparecen también pueden deberse a otras muchas causas benignas. Entre los síntomas que se pueden identificar están los cambios en la piel, como la aparición de un lunar nuevo o cambios en un lunar que ya existía, una llaga que tarde mucho en curarse o que no se cura; los cambios en los senos, por ejemplo, cambios en su tamaño, en su forma, en la piel o a nivel del pezón, la aparición de un bulto a nivel de la piel o debajo de ella; una afonía o una tos que no desaparece con los tratamientos habituales; cambios en el ritmo de las deposiciones (estreñimiento o diarreas); problemas para orinar o dolor provocado por la micción; cambios digestivos, como dificultad para tragar los alimentos, aparición de molestias después de comer y falta de apetito; aumento o pérdida de peso sin causas aparentes; dolores en el abdomen; sudoración nocturna; debilidad o cansancio importante o la aparición de hemorragias en la orina, la vagina o en las heces. Es importante tener en cuenta que en sus inicios, por lo general, el cáncer no provoca dolor.
El cáncer puede afectar cualquier parte de nuestro organismo, aunque los más frecuentes son el cáncer de seno, el cáncer de pulmón y el cáncer de próstata. Generalmente, el cáncer que afecta al colon y al recto se agrupa bajo la denominación de cánceres colorrectales.
El riesgo de padecer cáncer aumenta con la edad. Se ha calculado que nueve de diez casos de cáncer se diagnostican en personas de 50 años o más. El cáncer puede presentarse en todos los grupos étnicos y raciales, aunque la tasa de incidencia varía de un grupo a otro. Se calcula que entre 5 % y 10 % de todos los casos de cáncer están relacionados con factores genéticos que se heredan de los padres.
El cáncer se desarrolla en cualquier órgano como el pecho, la piel o los huesos. Puede permanecer aislado y desarrollarse localmente en esa parte del cuerpo. La metástasis corresponde a las células que escaparon de ese cáncer inicial para alcanzar un órgano más lejano y se desarrolla lejos del cáncer primario. Por ejemplo, un cáncer puede nacer en un pecho y después desarrollarse también en los huesos. Algunos cánceres producen más a menudo metástasis, como el de pecho, bronquios o próstata.
Las células cancerosas se desplazan por la circulación sanguínea hacia otros órganos. También pueden propagarse hacia los ganglios más cercanos y desde ahí invadir el sistema linfático gracias a los canales que unen los ganglios entre sí. Las células cancerosas pueden igualmente permanecer inactivas durante muchos años antes de empezar su desarrollo.
El tiempo entre la aparición del cáncer y la aparición de la metástasis varía según el tipo y tamaño del cáncer. Incluso hay metástasis que se descubren antes que el cáncer primario.
Al hablar de cáncer, el término curación se utiliza cuando ha pasado cierto tiempo sin la enfermedad, que los expertos establecen, por lo general, en cinco años desde el momento del diagnóstico. El pronóstico de cáncer en su totalidad ha mejorado de forma considerable en los últimos años y, seguramente, en el futuro se podrá curar más y diferentes tipos de cáncer gracias a la investigación y a los nuevos tratamientos que se proponen. Lo más importante de cara a una curación es que el cáncer se pueda detectar en su fase inicial, cuando el tumor está localizado en un solo órgano y no haya aparecido la metástasis o diseminación por otros órganos del cuerpo. En medicina se conoce como diagnóstico precoz.
Algunos factores a tener en cuenta son consumir una dieta sana, equilibrada y rica en fibra; dejar de fumar; mantener un peso correcto; no beber alcohol; no exponerse al sol en exceso; prevenir las enfermedades de transmisión sexual; vacunarse contra ciertas infecciones, como el virus del papiloma humano y hepatitis B; utilizar los estudios genéticos de prevención en las personas de alto riesgo para padecerlo; hacerse revisiones —como estudios de sangre en heces o colonoscopias— y pruebas de detección precoz, por ejemplo acudir al ginecólogo de forma periódica para realizarse un examen Papanicolau en el caso de las mujeres o al urólogo en el caso de los hombres; y evitar en lo posible la exposición a los agentes que se han descrito como posibles responsables de cáncer.
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