Medir la glucosa es fundamental para una persona diabética, sea o no tratada con insulina. El autocontrol glucémico es indispensable para que el paciente tome conciencia de su enfermedad.
El control de glucemia se refiere a la continua medición de la glucosa o azúcar en la sangre. Se puede realizar en cualquier momento y para ello se utiliza un dispositivo portátil llamado glucómetro.
Los valores normales de la glucosa son de 90 a 130 miligramos por decilitro (mg / dL) antes de las comidas y menor de 180 mg / dL después de las comidas. Los valores varían en función de la actividad física, las comidas y la administración de insulina. Los rangos de los valores normales pueden variar ligeramente entre diferentes laboratorios.
Una persona diabética debe saber controlar regularmente su glucemia sanguínea. La automedición de la glucemia, la dosis de la tasa de azúcar en la sangre del diabético, es un elemento esencial en el tratamiento y permite vigilar 24 horas al día, lo que ningún laboratorio de análisis clínico podría llevar a cabo.
Cada diabético debe respetar ciertas reglas, que varían de una persona a otra. Medirse uno mismo la glucosa es el único medio para poder reaccionar rápidamente y tomar medidas urgentes que eviten la aparición o el agravamiento de ciertas complicaciones con consecuencias a veces trágicas. La única opción para conocer realmente su estado es controlando el azúcar en la sangre.
Una persona diabética debe controlar regularmente su glucemia sanguínea. Esto permite obtener información sobre el estado de la glucosa entre dos extracciones de sangre, comprobar la influencia de las comidas y de la alimentación sobre el nivel de azúcar para modificar ciertas prácticas alimentarias que tengan una influencia negativa. También permite controlar la influencia de la actividad deportiva sobre la glucemia, adaptar el tratamiento con medicamentos antidiabéticos orales o inyecciones de insulina y prevenir la aparición de hipoglucemia o de acidoacetosis.
La frecuencia de los controles glucémicos, así como sus horarios, deben ser determinados por el médico especializado en diabetes. En general, las horas a las que se aconseja efectuar el control son por la mañana en ayunas, por la noche antes de cenar y dos horas después del comienzo de la comida para evaluar el efecto hiperglucemiante de un alimento, por ejemplo.
En general, en la diabetes que no se trata con insulina no es necesario medir la glucemia todos los días, excepto si el médico lo aconseja. Es obligatorio explicar bien a los diabéticos todo lo referente a las variaciones de la glucemia cuando se consumen ciertos alimentos o se practican ciertas actividades físicas. También se recomienda al empezar un nuevo tratamiento (antidiabético oral o insulina), cuando haya una modificación del tratamiento, un desequilibrio de la diabetes, anomalías de la glucemia constatadas en algún control o aparezca otra enfermedad como, por ejemplo, una infección.
La extracción de sangre se realiza mediante un pequeño pinchazo, por lo general, en la punta del dedo. El equipo médico es el responsable de enseñar esta técnica. Los sistemas autoinyectables ayudan a los diabéticos. En este caso, la gota de sangre que se recoge se dispone sobre un lector de glucemia o una banda. Ciertos aparatos tienen, sin embargo, una doble función inyectora y de lector automático.
Hay que comprobar que el lector esté bien regulado, que las pilas funcionen correctamente y la limpieza del aparato. El tiempo de lectura está indicado por el fabricante sea cual sea la marca de la tira reactiva. No se debe tocar la tira en la parte reactiva porque podría falsear el resultado. Hay que comprobar las fechas de caducidad de las tiras y no utilizar tiras de un envase que se haya abierto hace más de 3 meses. Todos estos puntos son importantes para una buena utilización de los lectores de glucemia.
La extracción de la gota de sangre puede provocar un ligero dolor. Existen diferentes variedades de autoinyectables provistas de una lanceta de uso único para cada control que permiten, en general, regular la profundidad del pinchazo. Se aconseja pinchar sobre el lateral del dedo, en la última falange de uno de los tres últimos dedos, por ejemplo. No utilizar alcohol o productos desinfectantes, lavarse las manos, secarse la punta del dedo y cambiar el autoinyectable una vez al año.
Se recomiendan controles de glucemia extras antes de sentarse detrás del volante (asegurarse de la ausencia de signos de hipoglucemia), antes o después de esfuerzos físicos y antes o después de las comidas. El autocontrol permite conocer los efectos de ciertas comidas, postres, alimentos feculentos, por ejemplo, y, si se constata una anomalía, debe observarse si se produce una mejora al disminuir determinados alimentos. De hecho, cada diabético reacciona de una manera determinada con ciertos alimentos.
También se recomiendan cuando se practican actividades poco habituales como una modificación del ritmo de trabajo (exámenes, por ejemplo), actividades deportivas diferentes como el senderismo, cuando aparecen algunas enfermedades como la gripa o una infección, cuando se viaja o se producen modificaciones importantes del ritmo de vida. Hay que reconocer y tratar una hipoglucemia: a veces ocurre que un episodio de hipoglucemia no es del todo detectable. El control glicémico permite realizar un diagnóstico rápidamente.
También debe existir un control de la glucemia por parte del personal médico. Se recomienda efectuar el test delante del médico y controlar si el carnet de autovigilancia se rellena de forma correcta. Hay que revisar si se anotan las situaciones particulares (alimentación, deporte, estrés, enfermedad, toma de otros medicamentos) y ponerse una inyección de insulina delante del doctor o enfermero. También es importante saber si el paciente conoce los signos de hipoglucemia y el horario en el que se debe administrar las inyecciones.
Es indispensable tener un carnet de autovigilancia para controlar mejor la evolución de la glucosa durante las comidas, las salidas, los intervalos entre las comidas, las actividades de tiempo libre, el deporte o ciertas enfermedades. Hay que adaptar el tratamiento, especialmente las dosis de insulina, para tener un buen equilibrio de la glucemia. Cada caso es diferente: la frecuencia y las horas de control las decide el médico.
Parece que numerosos expertos estiman que es necesaria una vigilancia varias veces al día. Cada persona diabética es diferente y no existe un esquema de control válido para todos los diabéticos. Solo el médico toma la decisión de la frecuencia con la que deben realizarse.
En cuanto a la dieta deben priorizarse las proteínas de buena calidad presentes en el pescado fresco, pollo, pavo y carnes magras, los vegetales y las frutas ricas en fibras como las ensaladas, el brócoli y la coliflor al vapor (evitar las papas, los bananos y las peras). Se deben evitar el café, el té, la sal, el alcohol, el chocolate, las grasas trans, las harinas y los azúcares refinados.
Es necesario que el diabético elimine completamente de su dieta todo tipo de azúcares, ya que puedan empeorar la condición. Evitar el sedentarismo y mejor practicar una actividad física de forma regular. Puede ayudar en este control la canela y el clavo de olor, la linaza en polvo, que las grasas que se consumen sean sobre todo de origen vegetal (frutos secos), el aceite de hígado de bacalao y el caldo de alcachofas. También algunos licuados de frutas como zanahoria, apio y papa. El nopal y la sábila pueden ayudar.
Foto: © thunderstock – 123RF.com