La insulina se prescribe a las personas afectadas por una diabetes insulinodependiente (diabetes tipo 1) y a numerosos diabéticos de tipo 2. El tratamiento consiste en inyectar diariamente insulina.
En general, la elección de la insulina, la dosis y el número de inyecciones que hay que administrarse, las reglas que deben adoptarse en caso de hipoglucemia o hiperglucemia, si se hace deporte o se modifica la alimentación se aprenden durante una corta estancia en un servicio especializado del hospital.
Aproximadamente, entre 40 % y 50 % de la dosis diaria de insulina total es para reemplazar la insulina durante la noche, cuando se está ayunando y entre las comidas. Esto se llama reemplazo de insulina de fondo o basal. Por lo general, la dosis de insulina basal o de fondo es constante día a día. El otro 50 % o 60 % de la dosis de insulina total es para la cobertura de carbohidratos de la alimentación y corrección del azúcar alta en la sangre. Esto se denomina reemplazo de insulina de bolo.
En cuanto a la alimentación, generalmente, una unidad de insulina de acción rápida desecha entre 12 y 15 gramos de carbohidratos. Este rango puede variar desde 4 a 30 gramos o más de carbohidratos, dependiendo de la sensibilidad del individuo a la insulina. La sensibilidad a la insulina puede variar de acuerdo a la hora del día y de persona a persona; además, se ve afectada por la actividad física y el estrés.
Si se necesita corregir la azúcar alta en la sangre se requiere una unidad de insulina para que la glucosa baje en 50 mg / dl. Esta caída del azúcar en la sangre puede oscilar entre 15 y 100 mg / dl o más, dependiendo de la sensibilidad individual a la insulina y otras circunstancias.
Las insulinas basales cubren los requerimientos continuos de insulina entre las comidas. Idealmente, deberían tener una acción plana aunque, entre ellas, difieren en su inicio de acción, pico máximo, duración máxima y la variabilidad en la absorción.
Las insulinas prandiales son de acción corta que permiten controlar las excursiones glucémicas posprandiales. Constituyen un complemento a las insulinas basales para replicar el patrón fisiológico de secreción de insulina en respuesta a la ingesta de hidratos de carbono. Se dispone de insulina regular y análogos de esta, con perfiles de acción diferentes. Dentro de ellas, se encuentran las insulinas rápidas y las ultrarrápidas.
Las insulinas premezcladas son aquellas que aportan en una combinación fija un componente basal y otro prandial, todas en concentración de 100 U / ml. Se obtienen mediante la mezcla de una insulina intermedia e insulina regular o con un análogo ultrarrápido en el mismo dispositivo de inyección. Las presentaciones disponibles en el mercado tienen distintas proporciones de insulina prandial (25 %, 30 %, 50 % y 70 %). Estas características ofrecen una acción mixta, prandial e intermedia, que permite su uso en dos inyecciones al día.
La insulina cristalina, también conocida como insulina regular, es transparente y de acción rápida. Debe administrarse de 15 a 30 minutos antes de las comidas y, de preferencia, en el abdomen. Se recomienda realizar un control de la glucosa postprandial a las 2 horas y tomar un suplemento a media mañana. Se puede administrar por vía subcutánea como las demás insulinas, pero también por vía intramuscular y endovenosa continua o con bomba de infusión.
Su acción inicia entre los 5 y 15 minutos de su administración, su pico máximo es a las 2 horas y su duración es de 4 a 6 horas. Como regla general las insulinas de acción rápida tienen una duración de 4 horas.
Se denomina insulina NPH, por sus siglas en inglés. A esta insulina se le ha añadido una proteína (protamina) para que su absorción sea más lenta. De esta manera, su duración es de 10 a 13 horas. Tiene un aspecto turbio o lechoso. Su acción inicia a la 1 o 2 horas de haberse aplicado y su pico de acción es de entre 4 y 7 horas después de la inyección. Su actividad varía de un día a otro, de ahí que sea muy importante agitarla durante unos minutos antes de inyectarse.
La NPH (protamina neutral de Hagedorn) es una insulina humana de acción intermedia. Se utiliza para cubrir el azúcar en la sangre entre las comidas y para satisfacer el requerimiento de insulina durante la noche. Contiene una proteína de pescado, la protamina, que sirve para retrasar su absorción. Esta insulina de acción prolongada es una suspensión turbia que se tiene que volver a mezclar completamente antes de cada inyección. Debido a que es una suspensión de cristales de diferentes tamaños, tiene una velocidad de absorción y acción muy impredecibles. Esto da como resultado altas y bajas del azúcar en la sangre más frecuentes. Su uso ha disminuido desde que existen otras opciones de insulinas de acción prolongada, específicamente, los análogos de la insulina de acción prolongada, la insulina glargina y la insulina detemir.
La diferencia entre los tipos de insulina radica en el tiempo que tardan en pasar a la circulación sanguínea y en lo que dura su acción.
Las insulinas ultrarrápidas pasan muy rápido a la circulación sanguínea, desde el minuto 5 tras la inyección, y su acción dura entre 2 y 3 horas.
La insulina de acción rápida empieza a pasar a la sangre al cabo de 30 minutos y su acción se prolonga alrededor de 6 a 8 horas. Tiene como objetivo aportar el pico de insulina necesario con el fin de controlar la glucemia después de la comida.
Las insulinas de acción intermedia mantienen el pico de insulina necesario en el momento de las comidas, así como fuera de las comidas. Su acción se prolonga de 10 a 18 horas.
Las insulinas de acción lenta tienen una acción que dura alrededor de 24 horas. También existen otras presentaciones de insulinas como las intermedias o lentas y las mezclas de insulinas rápidas o ultrarrápidas e intermedias.
Es indispensable conocer bien las técnicas de inyección y las zonas en las que se deben aplicar. Es necesario adoptar una buena técnica con el fin de controlar bien la glucemia y asegurar que la diabetes esté bien controlada.
Lavarse las manos antes de ponerse la inyección es una regla fundamental. Una buena higiene con agua y jabón es suficiente. No siempre es necesario el alcohol, salvo en ciertas circunstancias.
Darse un baño caliente inmediatamente después de la inyección permite a la insulina llegar ligeramente más rápido a la sangre, ya que la temperatura de la piel influye en la velocidad de absorción de la insulina.
Hay que tener prudencia cuando se inyecta insulina. Verificar la ausencia de hipoglucemia durante la noche o de hiperglucemia al despertarse. Llevar a cabo una automedición 3 o 4 veces por día: antes de las 3 comidas y antes del atardecer.
Los brazos, el vientre, los muslos y las nalgas son las zonas más aconsejadas. La insulina inyectada en el abdomen pasa más rápido a la sangre que la inyectada en los brazos y muslos. Es importante evitar ciertas zonas, como alrededor del ombligo o cerca de las rodillas. Hay que modificar la zona de inyección en ciertas circunstancias para evitar las deformaciones de la piel y las lipodistrofias (falta de tejido adiposo) provocadas por las inyecciones en el mismo lugar. Mantener la misma zona de inyección para cada momento del día, pero evitando pincharse en el mismo lugar que en la anterior administración. Por ejemplo: por la mañana en el abdomen, al mediodía en los brazos y por la noche en los muslos o las nalgas.
También es importante comprobar el estado de la piel porque la absorción de la insulina puede variar. Evitar los lugares donde hay cicatrices, placas de eczema, infecciones, lipodistrofia, anomalía de los tejidos subcutáneos provocados por inyecciones repetidas de insulina en el mismo lugar. La lipodistrofia provoca hinchazón en la piel, lo que conlleva una mala absorción de la insulina y un desequilibrio del diabético.
Cuanto mayor sea la temperatura a la que se conserva la insulina, más rápida será la absorción. Hay que guardar el envase de insulina que se va a utilizar cada día a una temperatura ambiente y los stocks deben guardarse en el refrigerador (no en el congelador) hasta que se utilicen. Hay que evitar dejar los envases al sol. El frío y el calor extremos destruyen la acción de la insulina.
La preparación de una inyección con un bolígrafo de insulina depende de cada modelo. El bolígrafo permite pincharse discretamente en cualquier sitio, además se transporta fácilmente. Hay que adoptar las reglas de higiene fundamentales que consisten en lavarse las manos con agua y jabón. Una mala utilización del bolígrafo puede provocar efectos secundarios.
Una bomba de insulina permite la administración continua de insulina según las necesidades de la persona diabética. Puede programarse el aparato con el fin de administrar la cantidad de insulina necesaria al organismo, lo que permite mantener una correcta glucemia de base fuera del horario de las comidas.
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