Son fármacos que están indicados en el tratamiento de la úlcera péptica.
Inhiben los receptores H2 de la histamina, que son los responsables de iniciar el proceso de secreción gástrica. Son moléculas específicas para estos receptores y compiten con otras moléculas que pueden activarlos, desplazándolas y evitando que se inicie la cascada de acciones que desemboca en la acidez.
Recomendaciones sobre las buenas prácticas relacionadas con los antisecretores gástricos en el adulto. Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) tienen una buena tolerancia, pero su utilización debe ser razonable. Una endoscopia es indispensable antes de realizar cualquier prescripción —excepto en el caso de reflujo gastroesofágico típico— como mínimo semanal, en un paciente de menos de 60 años, sin signos de alarma y en casos de prevención de lesiones inducidas por antiinflamatorios no esteroides (AINE) en enfermos de más de 65 años o que tengan factores de riesgo.
Existen dos tipos principales que actúan de diferente forma.
Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) son los más potentes que hay y los que más se usan hoy en día. Los más comunes son el omeprazol y el esomeprazol. Inhiben la secreción del ácido clorhídrico por parte de las células parietales del estómago y bloquean la enzima H+K+ATPasa responsable de la secreción del ión H+ al polo apical de la célula. También disminuyen la secreción del ácido al bloquear su formación en las células intestinales (antisecretores intestinales).
Los medicamentos antihistamínicos o antisecretores H2 bloquean los receptores membranosos H2 de histamina. Así, disminuyen la secreción del ácido al bloquear la acción de la histamina. Son medicamentos eficaces. En este grupo están la ranitidina y famotidina.
Los antisecretores o antihistamínicos anti-H2 tienen un efecto rápido, breve, de intensidad moderada y provocan una inhibición secretoria marcada de la secreción ácida basal. Los antisecretores IBP tienen una acción potente y dosis dependiente. Están indicados en caso de acidez de difícil control. Se aconseja tomarlos antes de la primera comida del día por vía oral. Los dos tienen muy buena tolerancia. Para los antisecretores, se utilizan los términos de plena dosis (dosis estándar) o media dosis.
He aquí las dosis correspondientes a los anti-H2 y IBP:
Los inhibidores de la bomba de protones son fármacos que reducen la producción de ácido en el jugo gástrico. Este grupo de fármacos ha sustituido a otros con efecto similar, pero con un mecanismo de acción diferente, llamados antagonistas de receptor de H2. Estos medicamentos están entre los más vendidos en el mundo debido a su eficacia y seguridad. Los inhibidores de la bomba de protones son bases débiles lipofílicos y, estructuralmente, todos estos fármacos son distintas variantes del benzimidazol.
Los tratamientos recomendados en caso de reflujo gastroesofágico son los antiácidos, los alginatos y los anti-H2, entre otros, si los síntomas son típicos y espaciados. Se prescriben los IBP en media dosis durante más o menos un mes si los síntomas son típicos y seguidos; los IBP en media dosis en caso de esofagitis no severa (en dosis plena si es severa); y los IBP en dosis mínima en caso de recaídas frecuentes o precoces al dejar el tratamiento.
El tratamiento recomendado en caso de lesiones inducidas por los antiinflamatorios no esteroides (AINE) son los IBP en plena dosis (en media dosis para la prevención de lesiones endoscópicas) o el misoprostol (800 mg / d) en tratamiento curativo y preventivo de las úlceras inducidas por los AINES. No hay argumentos suficientes para recomendar la asociación de un antisecretor cuando se utiliza de forma aislada la aspirina en dosis baja u otro antiagregante plaquetario.
Los antisecretores o antihistamínicos H2 pueden provocar cefaleas, vértigos, mareos, diarreas, erupciones cutáneas e interferencia con otros medicamentos que se degradan en el hígado. Mientras los inhibidores de la bomba de protones pueden provocar diarreas, cefalea, náuseas y dolor abdominal.
Están contraindicados en caso de porfiria (enfermedad metabólica), durante la lactancia y en casos de insuficiencia renal severa cuando el aclaramiento de la creatinina es inferior a 30 ml / min. El lansoprazol puede favorecer las modificaciones de la flora gástrica debido a la disminución del volumen y la acidez del jugo gástrico.
Debido a que la experiencia actual es limitada, no se recomienda su utilización en tratamientos prolongados de úlcera duodenal, úlcera gástrica y esofagitis por reflujo, así como en la prevención de las recidivas. Hay que utilizarlos con precaución en caso de alteración hepática y están dentro de la categoría C de riesgo durante el embarazo.
Existen otros trastornos con selección de recomendaciones, diagnósticos y tratamientos que hay que adoptar en caso de úlcera gástrica y duodenal, dispepsia, lesiones agudas por estrés, hemorragias digestivas o infección por Helicobacter Pylori.
Foto: © Pan Stock – Shutterstock.com