De manera general, la úlcera se define como la erosión del revestimiento interno y externo del organismo, difícilmente cicatrizable. En el caso del estómago, la úlcera gástrica (o péptica) afecta las paredes digestivas que se curan dejando una cicatriz en, aproximadamente, el 10 % de la población con una incidencia anual de 60 / 80.000 nuevos casos por año.
Para el tratamiento de la úlcera, en la mayoría de los casos, se tiende a detener la ingesta de fármacos tóxicos para el estómago, como los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y la aspirina. Así como dejar de fumar y beber, para iniciar terapias antisecretoras y contra la Helicobacter pylori.
Para el tratamiento de la úlcera péptica se aconsejan los medicamentos antisecretores (antiácidos o inhibidores de la bomba de protones) durante un período de aproximadamente seis semanas.
Si la presencia de la bacteria se confirma con análisis específicos, se puede prescribir un antibiótico que combate los síntomas derivados de ella.
Con el fin de comprobar la eficacia real del tratamiento prescrito para el tratamiento de la úlcera gástrica o péptica, se realiza una biopsia durante una endoscopia gastroesofágica, aplicada sistemáticamente, a fin de verificar que la bacteria Helicobacter pylori ha desaparecido. Este examen se recomienda después de 4 semanas de haber suspendido el tratamiento antisecretor.
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