Existen diferentes tipos de infecciones urinarias. Dependiendo de esto, a veces se recetan antibióticos que deben utilizarse solo cuando el doctor lo indique. Esto permite evitar efectos secundarios indeseables, así como el aumento de la resistencia de las bacterias relacionadas con estas infecciones.
Entre los más frecuentes síntomas de las infecciones urinarias encontramos la necesidad imperiosa y frecuente de orinar, la picazón o quemazón en la uretra durante la micción, el enrojecimiento de la vulva y picor vaginal (en las mujeres), la aparición de un dolor al orinar y durante las relaciones sexuales. Un color turbio, lechoso (espeso) o anormal de la orina, la aparición de sangre en la orina, fiebre y escalofríos (la fiebre puede indicar que la infección ha llegado a los riñones). También pueden aparecer vómitos, náuseas, dolor en el costado o en la espalda (indica infección en los riñones). En las mujeres una ligera presión por encima del hueso púbico. Los hombres pueden notar una dilatación del recto.
El tratamiento de las infecciones urinarias se basa en antibióticos cuando la causa es una bacteria o en antivirales, como el acyclovir, cuando la causa es un virus. El tratamiento depende del resultado del antibiograma (determina la resistencia de una bacteria a un tipo de antibióticos), que se realiza tras un cultivo de la orina infectada. Esta prueba ayuda a escoger el tratamiento más efectivo contra el tipo de microorganismo que provoca la infección.
Los antibióticos más usados son trimetoprima, amoxicilina y ampicilina. También un tipo de fármacos llamados quinolonas han sido aprobados en los últimos años para el tratamiento de las infecciones del tracto urinario, como son ofloxacina, ciprofloxacina y trovafloxacina. Las infecciones por clamidia o micoplasma necesitan tratamientos más largos con tetraciclina o una combinación de trimetoprima y sulfametoxazol.
En todos los casos, hay que beber grandes cantidades de agua, dejar de fumar y evitar el café, el alcohol y las comidas con especias mientras persista la infección.
Amoxicilina (Amoxil, Polymox, Trimox, Wymox), Cefaclor (Ceclor), Cefuroxima (Ceftin), Cefpodoxima (Vantin), Cefixima (Suprax), Cefepima (Maxipime) y Piperacilin/tazobactam (Zosyn).
La cefalexina es un buen antibiótico para tratar las infecciones urinarias agudas no complicadas. Se puede dar de dos formas: una dosis de 500 mg cada 12 horas o una dosis de 250 mg cada 6 horas. En ambos casos la duración del tratamiento suele ser entre 10 y 15 días.
El Ciprofloxacina es un antibiótico que pertenece al grupo de las fluoroquinolonas. La sustancia activa mata las bacterias que causan infecciones gastrointestinales (como la diarrea del viajero), cistitis, pielonefritis y otras infecciones bacterianas.
Lo encontramos en dos presentaciones: 250 mg y 500 mg. Las tabletas y la suspensión, en general, se toman dos veces al día y las tabletas de liberación prolongada, una vez al día. En cuanto a los días de tratamiento, el médico los indica.
El arándano rojo es un buen aliado para luchar contra las infecciones de las vías urinarias. También pueden ayudar el ajo, el perejil, los lactobacilos (presentes en ciertos productos lácteos), el bicarbonato de sodio, la vitamina C (presente en zumos de naranja, limón o piña) y, sobre todo, una buena ingesta de agua porque favorece el arrastre de las bacterias presentes en las vías urinarias. Se debe evitar el consumo de café, alcohol y té verde.
A estas infecciones se les llama simples porque no tienen riesgo de complicaciones.
En el diagnóstico se tienen en cuenta 3 señales: el escozor y el dolor en la micción, un aumento de la frecuencia de las micciones y la necesidad de orinar de una forma imperiosa. El test con banda urinaria (BU) permite confirmar o descartar el diagnóstico.
En cuanto al tratamiento, en la primera opción se utiliza la fosfomicina trometamol (en toma única). Se recurre a la segunda opción cuando se sospecha una infección por Staphylococcus saprophyticus y en función de los antecedentes antibióticos del paciente se utiliza nitrofurantoina (durante 5 días) o fluoroquinolona (en dosis única o durante 3 días).
Se les llama así a las cistitis cuando el paciente ha tenido al menos 4 episodios de cistitis simple en un año. Los signos son los mismos que los de la cistitis simple. En cuanto a los exámenes complementarios se puede realizar un test con tira reactiva urinaria o un sedimento de orina (examen citobacteriológico de la orina). El tratamiento es eI mismo que para la cistitis simple, aunque puede utilizarse un tratamiento profiláctico dependiendo del caso.
Se sospecha de este diagnóstico ante la aparición de fiebre, escalofríos, dolores a nivel de la fosa lumbar con irradiación hacia los órganos genitales y síntomas digestivos como vómitos y diarrea. Los síntomas suelen ser discretos. Para confirmar el diagnóstico se debe practicar urgentemente una tira reactiva, un sedimento urinario y cultivo, así como una ecografía renal y vesical.
Hay varios tratamientos posibles con amoxicilina, amoxicilina y ácido clavulánico, cefixima, fluoroquinolona, ciprofloxacino, levofloxacina, ofloxacino o cotrimoxazol. La duración es de 10 a14 días, excepto para fluoroquinolona que es de 7 días.
Este tipo de infecciones tienen riesgo de complicaciones, sobre todo cuando no se tratan a tiempo.
Presenta los mismos signos que la cistitis aguda simple. En caso de que la tira reactiva sea positiva se practica sedimento y cultivo de orina. Si el tratamiento es urgente, de primera intención se utiliza nitrofurantoina durante 7 días, mientras que de segunda intención se recurre a la cefixima durante 5 días o a las quinolonas durante 5 días como mínimo. Si el tratamiento puede esperar, se ven los resultados del antibiograma y, en función de este, se administra amoxicilina, amoxicilina y ácido clavulánico, fluoroquinolona, nitrofurantoina o cotrimoxazol.
El diagnóstico se realiza igual que para la pielonefritis aguda simple. Como exámenes complementarios se utiliza el sedimento de orina y cultivo, además de la ecografía de las vías urinarias o uro-TAC (uro-escáner). El tratamiento es igual que para la pielonefritis aguda simple. Se plantea la hospitalización si se trata de una forma grave (sepsis grave, shock séptico).
Las señales que orientan hacia el diagnóstico son las urinarias (escozor con la micción, imperiosidad de orinar, retención de orina), los dolores pélvicos independientes de la micción y los signos generales como la fiebre y los escalofríos, entre otros. Para confirmar el diagnóstico se utiliza el sedimento y el cultivo de orina, así como la ecografía de las vías urinarias por vía subpubiana. Se ha de efectuar un examen completo con tacto rectal sistemático. El tratamiento es igual que para la pielonefritis aguda simple con una duración de entre 14 días y 3 semanas, según el contexto.
En la mujer embarazada se recomienda la detección sistemática de la bacteriuria asintomática al menos una vez, entre la semana 12 y 16 de embarazo. Si se detecta bacteriuria asintomática deben realizarse urocultivos periódicos posteriormente para detectar recidivas porque, aunque no se encuentra relación entre la presencia de la bacteriuria asintomática y la cistitis, sí se ha encontrado conexión entre esta y la pielonefritis, que es la principal complicación de la bacteriuria asintomática en el embarazo. Además, se sabe que de 20 % a 40 % de la bacteriuria asintomática no tratada evoluciona hacia una pielonefritis, entre 60 % y 70 % de las pielonefritis en el embarazo presentan bacteriuria asintomática previamente y la erradicación de la bacteriuria asintomática reduce 80 % la evolución hacia la pielonefritis.
La cistitis no complicada en la mujer embarazada ha de tratarse siempre. Los gérmenes aislados son muy parecidos a los encontrados en la cistitis no complicada de la mujer no embarazada. Si no existe antecedente de bacteriuria asintomática en el urocultivo de screening, puede ser tratada por el médico de familia. No obstante, si tras el tratamiento con la pauta inicial elegida no se resuelve la clínica de cistitis o persiste la bacteriuria, la mujer debe ser remitida al ginecólogo.
Los tratamientos recomendados para la bacteriuria asintomática en la mujer embarazada son la fosfomicina trometamol en monodosis, los betalactámicos (amoxicilina junto al ácido clavulánico y cefalosporinas) en pautas de 5 días y la nitrofurantoina en pautas de 7 días. No se recomiendan las quinolonas y debe evitarse cotrimoxazol en el primer y tercer trimestre del embarazo.
Foto: © designua – 123RF.com