Las Naciones Unidas declararon el 2 de abril como Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo para llamar la atención sobre las medidas que mejoran la calidad de vida de las personas con algún trastorno del espectro autista.
El autismo es un término que puede definir varias patologías. Hablamos de autismo o de repliegue autístico en algunas formas de psicosis, que aparecen en las etapas avanzadas de la enfermedad, donde la persona se repliega sobre sí misma y se desconecta completamente de la realidad. Pero el término se utiliza habitualmete para referirse al autismo infantil, una enfermedad que se manfiesta en la infancia.
Hay diferentes tipos de autismo infantil como el síndrome de Asperger, por ejemplo: hablamos a veces de " idiotas sabios " porque los niños tienen criterios de autismo pero tienen unas facultades intelectuales particularmente desarrolladas. Otro autismo típico es el autismo de Kanner. Para hablar de autismo las manifestaciones deben comenzar en la primera infancia y manifiestarse antes de los 3 años. Entre los síntomas comunes a todos los tipos de autismo encontramos trastornos del comportamiento, problemas en las relaciones sociales y transtornos de la comunicación. El autismo infantil se suele sospechar desde los primeros meses de vida con una serie de signos evocadores, pero a menudo se confirma después de los primeros signos de desarrollo psicomotor .
En su forma típica, en el llamado autismo de Kanner, los signos son comportamiento atípico del bebé, demasiado tranquilo o, al contrario, muy agitado; una relación con sus padres poco habitual y distante (sonríen poco y no fijan la mirada); el niño da la impresión de no estar interesado en su entorno; trastornos para conciliar el sueño o de la alimentación; la postura del niño puede ser atípica, considera anormal.
A veces el niño tiene movimientos estereotipados y repetitivos tales como mecerse; durante la evolución, los problemas van en aumento y las adquisiciones se retrasan en comparación a la normalidad: el lenguaje llega tarde y mal, no juegan y a menudo lo hacen en forma solitaria.
En la fase característica, nos encontramos con los tres elementos anteriores: trastornos de la conducta, que se presentan de forma muy variable: ausencia de placer en los juegos de diversión, orientación para actividades repetitivas o interés por cosas que son poco usuales, como trozos de cuerda, por ejemplo; problemas en las relaciones sociales: tienden a jugar solos, estar solos, no buscan el contacto con las otras personas o huyen y no interactúan con su entorno; y trastornos de la comunicación: trastornos en la adquisición del lenguaje, a menudo pobre y con poca expresión física.
Por ahora el diagnóstico del autismo es principalmente clínico y requiere varios chequeos. Está basado en varios puntos, como una entrevista larga y precisa con los padres para buscar signos particulares. También se lleva a cabo un estudio sobre el comportamiento del niño, poniéndolo en situación de comunicación y de interactividad o evaluando el desarrollo psicomotor. Asimismo, se pretenden descartar otras enfermedades que pueden tener síntomas parecidos a los del autismo. Se solicita habitualmente para complementar las imágenes cerebrales una RMN, un electroencefalograma para estudiar la actividad cerebral así como pruebas genéticas en busca de una enfermedad congénita o hereditaria.
El autismo aún no tiene cura, pero las terapias cada vez son más eficaces para que la persona con autismo pueda tener una mejor calidad de vida. El autismo leve a veces pueden tratarse en casa, pero a menudo es necesario para ellos una atención integral en instituciones especializadas o en la red de atención, de forma continua o en forma de consultas repetidas. El seguimiento se basa en la psicoterapia del niño, intentos para desarrollar sus relaciones sociales, a veces la medicación, y por supuesto del apoyo de sus seres queridos.
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