Los tumores cerebrales del niño son definidos de una parte por su localización en el cerebro y por otra parte por su tipo (malignidad).
A continuación un panorama sobre los síntomas y los tratamientos de los principales tumores cerebrales.
Los tumores cerebrales constituyen el 20 al 30 % de las patologías cancerosas en el niño. Son a menudo descubiertas durante la primera década con un pico de frecuencia entre 4 y 8 años.
La ilustración en el artículo resume las principales manifestaciones relacionadas al crecimiento de los tumores según su lugar de formación.
Los tumores de la fosa posterior, zona que contiene el tronco cerebral donde nacen los nervios craneanos y el cerebelo, son los más frecuentes y representan más del 50 % de la totalidad de los tumores cerebrales en el niño.
Los tumores de la región pineal constituyen entre el 3 % al 8 % de los tumores intracraneales en el niño. Cuando un tumor se desarrolla en la fosa posterior o la región pineal, se manifiesta frecuentemente por una hidrocefalia. Esta es causada por una presión excesiva en el líquido cefalorraquídeo. Los dolores de cabeza (sobre todo matutinos), vómitos frecuentes y el aumento del perímetro craneal (en el niño pequeño) son signos clínicos frecuentes.
Los tumores de la fosa posterior (debajo de la tienda del cerebelo) son exclusivamente asociados con otros síntomas, como tortícolis, inestabilidad en posición vertical y trastornos de coordinación o de motricidad.
El espacio por encima de la tienda del cerebelo contiene los hemisferios cerebrales y las estructuras profundas situadas alrededor del tercer ventrículo en el diencéfalo. Un tumor que se acentúa y se desarrolla en este espacio puede alcanzar un volumen importante a veces sin provocar signo neurológico manifiesto.
Cuando se vuelve sintomática, se expresa frecuentemente por una hipertensión intercraneal que es revelada la mayoría de las veces por dolores de cabeza.
Otros síntomas, como un déficit muscular de la mitad del cuerpo (hemiplejía), trastornos comportamentales y sobre todo trastornos visuales de aparición reciente (por ejemplo: estrabismo o nistagmus) son evocadores de la enfermedad.
Los tumores de la región selar, zona cerebral que se sitúa en la base del cráneo y aloja a la hipófisis y los tumores hipotalámicos, se manifiestan particularmente por un retraso de crecimiento del tamaño, una diabetes insípida y una pubertad precoz.
Estos tumores pueden ser la causa de una delgadez muy importante en el bebé particularmente.
La mayoría de las veces benignas, los tumores de la médula espinal evolucionan lentamente y sin un signo clínico precoz. Provocan una deformación raquídea, que es por mucho tiempo la única manifestación visible de la enfermedad.
Déficits motores, luego trastornos de la micción o de la defecación aparecen posteriormente y son provocados por la compresión de la médula espinal.
El tipo de tumor es generalmente determinado después de un estudio de los tejidos biológicos tomados de una biopsia o de una intervención quirúrgica (examen histológico).
Este tumor benigno del cerebelo es a menudo quístico y bien limitado. Los astrocitomas son los tipos más frecuentes de tumores (entre el 40 % al 50 %) en los niños de aproximadamente 10 años de edad.
Este tipo de tumor puede ser curado mediante un tratamiento quirúrgico óptimo. La extirpación es habitualmente completo porque el tumor es divisible. La curación es generalmente posible sin un tratamiento complementario.
Los ependimomas representan entre el 8 al 10 % de los tipos tumores cerebrales en el niño y se observa sobre todo entre los niños pequeños de alrededor de los 5 años de edad. El tratamiento inicial es la cirugía. El pronóstico de este tipo de tumores depende estrechamente de la calidad de la extirpación quirúrgica. El tratamiento quirúrgico puede ser seguido por una radioterapia o por una quimioterapia.
Este tumor maligno del cerebelo, susceptible de infiltrar el tronco cerebral, se trata quirúrgicamente. La extirpación, que permite tratar la hipertensión intracraneal, debe ser lo más completo posible para aumentar las posibilidades de curación. Una radioterapia es indispensable para reducir el riesgo de recidiva local o a distancia.
Los meduloblastoma representan entre el 15 al 20 % de los casos de tumores cerebrales en el niño (entre aproximadamente 5 a 10 años de edad). Las tasas actuales de curación de este tumor son de aproximadamente 50 al 60 %.
Estos tumores en el niño (de hasta 6 años de edad), que son generalmente de alto grado de malignidad, tienen un mal pronóstico, con una supervivencia media de un año. No pueden someterse a una extirpación quirúrgica (retirado del tumor). Su tratamiento se basa exclusivamente en radioterapia que permite un mejoramiento pasajero de los síntomas.
Esta forma particular de glioma, particularmente rara en el niño, es particularmente sensible al tratamiento por quimioterapia. Un oligodendroglioma puede ser localizado o difuso, lo que influye fuertemente el pronóstico.
Los meningiomas (formadas en el cerebelo) que son tumores de buen pronóstico, los craneofaringiomas (entre el 5 al 10 % de los casos) y los gliomas del quiasma o del nervio óptico son otros tumores cerebrales, más raros, que afectan a los niños.
Varios exámenes de imágenes médicas participan en el diagnóstico de los tumores cerebrales en el niño, como las ecografías transfontanelares (en el recién nacido exclusivamente), las radiografías estándares del cráneo de cara y de perfil, la tomodensitometría cerebral y sobre todo la Imagen por Resonancia Magnética (IRM).
Foto: © sudok1 - Fotolia.com