El virus del papiloma humano fundamentalmente se transmite por las relaciones sexuales. Pero no sólo se transmite cuando practican sexo un hombre y una mujer, sino también en relaciones entre dos hombres, o entre dos mujeres. La capacidad de transmisión del virus del papiloma entre personas es la mayor entre todas las enfermedades de transmisión sexual. Por encima incluso de la capacidad de transmisión del virus de la inmunodeficiencia humana. Y sobre todo, en mujeres jóvenes al inicio de sus relaciones sexuales.
Al año del debut sexual, seis de cada diez mujeres son seropositivas al virus del papiloma. Y ocho de cada diez a los dos años.
El virus del papiloma humano o VPH es un virus que causa el cáncer de cuello de útero y esta vacuna nos protege contra el virus del papiloma. Con una una citología de cuello del útero que se obtiene mediante cepillado o raspado se puede estudiar si existe alguna alteración a nivel de dichas células (incluyendo la posibilidad que exista alguna célula maligna). Esta prueba la realiza el ginecólogo en los controles rutinarios de la mujer.
El virus del papiloma está relacionado con el 100% de los cánceres de cuello de útero, el 40% de los cánceres de vulva y pene, el 90% de los de ano, y el 12% de los de cavidad oral y faringe.
También es el responsable de prácticamente todas las verrugas genitales.
La vacuna, según consenso internacional, se debe aplicar antes de los 12 años.
Se ha elegido dicha edad, los 12 años, para asegurarnos que vacunamos a las chicas antes del inicio de sus relaciones sexuales. En España, la edad media de inicio de las relaciones sexuales es de 17 años.
La inmadurez del cuello del útero a esas edades facilitan la unión del virus y su penetración en el cuerpo, por lo que conviene, como medida preventiva, la vacunación a tan temprana edad.
Además, cabe destacar que la capacidad para generar anticuerpos tras la aplicación de la vacuna es, en el tramo de edad inferior a los 15 años, la más alta de toda la vida. Se ha estimado que, vacunar a los 18 años, por ejemplo, supone perder un 20% de la capacidad preventiva respecto a vacunar a los 12 años.
Influye de manera determinante. A mayor número de compañeros sexuales, tanto por parte de la mujer potencialmente afecta, como por parte de su compañero sexual, mayor riesgo de contactar con el virus del papiloma. Es una cuestión de probabilidad, lógicamente.
En mujeres que tienen su sistema inmunitario de defensas correcto, es decir, aquellas que no tienen las defensas disminuidas por alguna enfermedad como el SIDA, o porque tome medicación crónica que las haga disminuir, el 60% de las infecciones virales se resuelven espontáneamente en un año (el virus es expulsado del cuerpo, sin más). Y en el 90% de los casos sucede esto a los dos años.
Expulsar al virus del cuerpo es más frecuente y más rápido en mujeres que tengan menos de 25-30 años.
En el cáncer de cuello de útero, y siempre suponiendo que la paciente no tiene ninguna de las enfermedades que disminuían las defensas que comentábamos antes, suelen ser unos 15 años.
Usar el preservativo protege en un 70% de contraer la infección por el virus del papiloma. Así, pues, vemos que no es infalible. El motivo de que tenga este porcentaje de un 30% de "fallo" está en que pueden existir lesiones en zonas no cubiertas por el preservativo, o bien, porque no se utilice correctamente.
En el coito anal los microtraumatismos que se suelen producir son una puerta de entrada para el virus del papiloma, por lo que hemos de concluir que se trata también de una práctica de riesgo a la hora de infectarse.
En el caso el sexo oral también se puede transmitir aunque esta vía de transmisión es bastante menor. Hay una excepción, en la que sí que hablaríamos de una capacidad de transmitirse el virus del orden del 65%; y ésta sería la presencia de verrugas genitales, dado que son lesiones que tienen en su interior una cantidad importante de virus.
La respuesta es que no. Los estudios publicados están únicamente realizados en mujeres hasta los 26 años.
No. Los controles con el ginecólogo para el diagnóstico precoz de las lesiones en el cuello del útero (por citología, recordemos) han de ser seguidos de forma rigurosa. La explicación es sencilla: La vacuna protege con respecto a los dos tipos de virus del papiloma que más frecuentemente se asocian con el desarrollo de un cáncer de cuello de útero, y que son el serotipo 16 y el 18. Entre ambos, dan lugar al 70% de los cánceres de cuello de útero. Pero existe un 30% de los casos que no están producidos por esos serotipos, y que, por tanto, no quedarían cubiertos por la vacuna.
La vacuna del virus del papiloma, bien aplicada, y a la edad correcta, no hará desaparecer el cáncer de cuello de útero completamente, pero disminuirá en un porcentaje importantísimo la aparición de nuevos casos.