Aproximadamente tenemos unos 15 metros cuadrados de superficie de piel en nuestro cuerpo. La piel está expuesta constantemente a sufrir lesiones provocadas por hongos. A estas lesiones provocadas por hongos las denominamos micosis. Existen 100 especies de hongos capaces de provocarlas.
Los hongos están presentes en la piel de todas las personas sin necesariamente causar lesiones, gracias a la acción de las defensas naturales del cuerpo que controlan su reproducción. A veces, en determinadas condiciones ambientales, físicas y hormonales o favorecidos por algunos hábitos que favorecen su desarrollo, los hongos encuentran condiciones ideales para reproducirse y provocar micosis. En verano, debido al calor y a la humedad se multiplican las posibilidades de desarrollar una micosis.
En otras ocasiones los hongos que causan infecciones de la piel se encuentran en el medio, por ejemplo en el suelo o en animales como los perros. En estos casos el contagio se realiza por contacto directo pero también nos podemos contagiar por contacto con las lesiones de otras personas.
Una higiene inadecuada de la piel: es una de las principales causas de micosis. Tanto la higiene excesiva especialmente con jabones alcalinos, que alteran el pH de la piel y por lo tanto sus defensas, como la higiene deficiente, que ofrece a los hongos las condiciones ideales para su crecimiento. El vestido y el calzado fabricados con materiales sintéticos, especialmente zapatos poco o nada permeable y los calcetines provocan sudoración excesiva y rodean a la piel de un ambiente calido y húmedo, excelente para el desarrollo de micosis. La falta de luz dentro del calzado cerrado también favorece la proliferación de los hongos. Existe también una predisposición genética a padecer micosis.
Las manchas en la piel: suelen presentarse a nivel del tronco, en el tórax, la espalda, los muslos y los brazos. Con el calor del verano y la exposición al sol, 6 de cada 10 personas, suelen notar la aparición de manchas en la piel (pitiriasis versicolor). Suelen manifestare como manchitas rojizas o blancas que se hacen más evidentes después de la exposición al sol. Adoptan un aspecto como si el bronceado fuera disparejo, en forma de manchas. A nivel de los pliegues como axilas o ingles (tinea cruris). Detrás de las rodillas o en la zonas de frotamiento de la piel donde existe más humedad debido a la transpiración se genera un espacio ideal para la tinea corporis. Los síntomas más habituales son el picor, el enrojecimiento, la irritación y posteriormente la descamación que provoca un fuerte ardor.
Entre los dedos de los pies y de las manos: el llamado pie de atleta (tinea pedis) aparece generalmente en los espacios entre el tercer, cuarto y quinto dedo del pie. Se manifiesta con pequeñas descamaciones, inflamación, picor, enrojecimiento y aparición de grietas en los casos más severos.
Las levaduras del género Candida (Cándida Albicans) suelen ser las responsables de las infecciones de los grandes pliegues, debajo de las mamas y en las ingles, causando el denominado intértrigo. También provocan los eczemas de los pañales o infecciones de las uñas que son habituales en las personas que tienen con frecuencia húmedas las manos, como los camareros.
Un examen micológico es la primera herramienta que usa un dermatólogo para detectar el tipo de hongo. Es un examen sencillo que se realiza con un adhesivo.
Los principales antimicóticos se encuentran disponibles en forma de crema, solución, comprimidos, aerosoles y polvos. Los tratamientos tópicos pueden tratarse con distintas drogas derivadas de los "imidazoles". Entre las drogas más importantes se encuentran: clotrimazol, bifonazol, ketoconazol, oxiconazol, miconazol, econazol y tioconanzol. No automedicarse ni aceptar consejos de personas que no sean expertas.
Lavarse las manos con [/faq/9533-cuero-cabelludo-definicion frecuencia. No repetir el mismo calzado cada día y dejarlo que se airee bien. Lavar cada día los calcetines (medias). Utilizar de preferencia los de algodón, lino o lana. Cambiarse la ropa interior a diario. Si hay lesiones cutáneas lavar sus toallas a diario y no compartirlas nunca. Limpiar con lejía o cloro la bañera para evitar contagios. Secarse bien los pies después de lavarselos, especialmente entre los dedos. Siempre que sea posible utilizar zapatos de materiales naturales como cuero o tela y evitar los zapatos muy cerrados. Evitar caminar descalzo por alfombras, vestuarios, duchas y alrededores de las piscinas. Evitar las rozaduras causadas por zapatos que no se ajustan adecuadamente. Para evitar la nueva aparición del pie de atleta es aconsejable espolvorear las medias (calcetines) y los zapatos con un antimicótico en polvo.