El dolor de garganta es un dolor faríngeo provocado por una inflamación situada a nivel de la cavidad bucal, la laringe o la faringe.
Los primeros síntomas son muy claros, la garganta se irrita y enrojece, por eso cuesta más trabajo tragar los alimentos. Otros síntomas incluyen un aumento del volumen de los ganglios bajo los maxilares, tos, ronquera, manchas en la garganta, sensación de nariz tapada y estornudos.
El dolor de garganta puede provocarlo tanto la inflamación de la faringe como de la laringe, un catarro común, así como la alergia a los ácaros o al polen.
La amigdalitis (anginas inflamadas) consiste en una inflamación de la faringe y de las amígdalas. La amigdalistis afecta particularmente a los niños, sobre todo a partir de los dos años de edad, momento en el que se desarrollan las amígdalas.
Las amígdalas se encuentran en el fondo de la garganta, precisamente en los laterales de la cavidad bucal. Se desarrollan durante el segundo año de vida y desempeñan un papel importante en la lucha contra las infecciones.
En cuanto a los síntomas, los niños que padecen anginas inflamadas experimentan cansancio, dolor de garganta, dolor al tragar, fiebre comprendida entre los 38 ºC y los 40 °C, garganta inflamada, dolor de cabeza, aparición de ganglios en el cuello y vómitos.
El tratamiento de la amigdalitis consiste en hacer bajar la fiebre con medicamentos antipiréticos, disminuir el dolor con analgésicos o antiinflamatorios o incluso prever el uso de antibióticos si las anginas son de origen bacteriano.
La rinofaringitis es la dolencia vinculada a los oídos, garganta y vías respiratorias que más afecta al humano, tanto a adultos como a niños. En efecto, la rinofaringitis es la enfermedad que genera el mayor número de consultas en pediatría, según un estudio publicado por la Dirección de Búsqueda de Estudios, de Evaluación y de Estadísticas (DREES, por sus siglas en francés) en 2007.
La rinofaringitis se debe a una inflamación de la parte superior de la faringe. Esta patología representa el 18,6 % de los diagnósticos, por delante de la angina (10,2 %), la bronquitis aguda (7,5 %) y la otitis (6,8 %).
Los virus son los principales causantes de la rinofaringitis. Al parecer, más de 200 virus pueden desencadenar la inflamación de la garganta.
Los síntomas de la rinofaringitis incluyen: fiebre, secreción nasal, estornudos, dolores de garganta, tos e incluso vómitos o diarrea. En los enfermos de rinofaringitis, la inflamación de la faringe provoca un aumento anormal de la temperatura corporal (fiebre).
La rinofaringitis es una enfermedad benigna en la mayoría de los casos, pero puede complicarse con una otitis, laringitis, sinusitis o bronquitis. Por lo general, la rinofaringitis desaparece al cabo de siete o diez días.
La alergia a los ácaros, al polen o a los animales puede provocar dolores de la garganta acompañados, frecuentemente, por picores en el paladar.
La laringitis consiste en la inflamación aguda de la laringe provocada por una infección (bacteriana o viral) o una alergia. Edematizada e inflamada, la laringe impide, de esta manera, el paso del aire.
Después, el enfermo padece molestias respiratorias violentas que pueden evolucionar hacia formas más graves e incluso la asfixia.
La laringitis tiene un origen viral y afecta a menudo, a niños de entre uno y seis años.
Respecto a los síntomas, la laringitis se manifiesta a través de tos violenta y ronca que aparece de forma repentina junto a episodios de tos asfixiante, seguidos de una pausa respiratoria y de cianosis (labios azulados). Asimismo, los enfermos suelen experimentar molestias respiratorias y tos que aparece bruscamente - sobre todo por la noche- cuando el enfermo se siente bien.
La laringitis aguda subglótica aparece asociada a una rinofaringitis banal. Es la laringitis más frecuente en los niños, sobre todo entre los varones. Tiene un origen especialmente viral.
Los síntomas suelen aparecer durante la noche y particularmente en invierno. En general, los niños no suelen tener mucha fiebre, entre 38 ºC y 39 ºC, y su estado general no se agrava. Las molestias respiratorias aparecen progresivamente junto a una voz ronca que conduce a ronquera.
En primer lugar, hay que llamar al servicio de urgencias para que intervenga si el niño sufre una molestia respiratoria grave. Es decir, si el niño respira cada vez con más dificultad pero no llora, su tórax se hunde cada vez que respira, suda, tiene la cara muy pálida y sus labios se han vuelto de color azulado (cianosis).
Es importante trata de mantener la calma y relajar al niño, ya que el pánico y la angustia agravan el riesgo de asfixia. Por eso hay que hablar despacio y sentar al enfermo en una silla, nunca acostarlo. A continuación, se le deben colocar paños húmedos en la frente y se le pueden administrar corticoides si el médico lo ha aconsejado previamente y según la posología prescrita.
El siguiente paso consiste en crear una atmósfera caliente y húmeda. Para lo cual habrá que generar vapor durante al menos 15 minutos. Es muy importante porque el vapor de agua disminuye el edema de las vías respiratorias. Para lograrlo se puede hervir agua en una olla, o bien cerrar la puerta y la ventana del cuarto de baño y abrir la ducha a la máxima temperatura. La aparición de vaho en el espejo prueba la buena humidificación.
En tercer lugar, se debe bajar la fiebre al enfermo. Primero hay que destapar al niño, aplicarle una toalla húmeda en la frente y comprobar que la temperatura de su habitación no sea demasiado elevada y no sobrepase los 19º C o 20º C.
A continuación, se recomienda dar de beber agua al niño cada diez minutos, aproximadamente.
Después hay que darle un medicamento destinado a disminuir la temperatura pero para ello se deberá respetar la posología aconsejada por el médico. Normalmente, se aconseja tomar paracetamol en supositorio o en sobre. Si el niño vomita, se le puede aplicar el medicamento en supositorio ya que actúa más rápido. Se deberá evitar dar medicamentos que no hayan sido prescritos por el médico como los antibiótico u otro fármacos destinado a bajar la fiebre.
No obstante, si la fiebre u otras manifestaciones como diarrea, dolores abdominales o vómitos persisten o se agravan se deberá acudir rápidamente al médico.
Asimismo, pueden provocar dolor de garganta: el reflujo gastroesofágico, la alergia, el tabaco, los contaminantes domésticos, el estrés, aire muy seco, aire acondicionado demasiado fuerte o mal mantenido y el cáncer de garganta.
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