El cromo participa en la regulación del nivel de glucosa en la sangre. Este elemento químico también interviene en otros procesos necesarios para el buen funcionamiento del organismo. Un déficit de cromo favorece la aparición de trastornos del metabolismo.
Asociado con otras sustancias, el cromo forma un compuesto orgánico llamado factor de tolerancia a la glucosa. El cromo facilita la acción de la insulina, hormona que desempeña un papel fundamental en la regulación del nivel de azúcar en el organismo.
Además de su función en el metabolismo del azúcar, el cromo interviene en el metabolismo de las grasas (lípidos) —cuyas anomalías corrige— y en la acción de varias enzimas necesarias para el funcionamiento del organismo.
El cromo es un oligoelemento esencial en el metabolismo del azúcar. Los oligoelementos son elementos minerales indispensables para numerosas reacciones en el organismo. Están presentes en cantidades muy pequeñas, tanto su ausencia como su exceso son perjudiciales.
Un déficit de cromo es raro, pero puede aparecer en los siguientes casos: desnutrición, exceso de consumo de azúcar, embarazo, estrés y consumo de corticosteroides.
El cromo forma parte de los oligoelementos esenciales que si presentan déficit representan un riesgo; de la misma forma que el hierro, el yodo, el zinc, el selenio, el molibdeno y el flúor.
Un déficit de cromo puede provocar diferentes trastornos del metabolismo de los azúcares y las grasas, como intolerancia a la glucosa, hiperglucemia en ayunas, hiperlipidemia (nivel elevado de grasa) y aumento de la cantidad de insulina en la sangre.
Entre las patologías que pueden asociarse a un déficit de cromo están la diabetes tipo 2, hipercolesterolemia y puede ser un factor de riesgo en la aparición de problemas cardiacos.
El cromo se encuentra en mariscos, patatas, brócoli, judías verdes, cereales integrales, oleaginosas, frutos secos (nueces), clara de huevo, carne y levadura de cerveza.
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