La espondilitis anquilosante pertenece a la familia de las espondiloartropatías que son reumatismos inflamatorios crónicos. Las espondiloartropatías causan dolor y rigidez de varias articulaciones; la espondilitis anquilosante afecta casi exclusivamente a la columna vertebral y a la pelvis. Es una enfermedad crónica, evolutiva y handicapante, que afecta a individuos habitualmente jóvenes, con mas frecuencia a los hombres que a las mujeres. La espondilitis anquilosante evoluciona bajo la forma de brotes dolorosos interrumpidos por períodos sin síntomas o, por lo menos, menos pronunciados.
La espondilitis anquilosante suele comenzar en la edad adulta joven, y progresa hacia el empeoramiento de los síntomas. Los síntomas son:
La espondilitis anquilosante se desarrolla a brotes. En los períodos de crisis el paciente puede verse muy discapacitado. Entre estos períodos, su calidad de vida mejora netamente.
Para el diagnóstico de la espondilitis anquilosante, el médico llevará a cabo un interrogatorio y un examen clínico. El objetivo es determinar el origen del dolor. Para confirmar el diagnóstico se practicarán radiografías de las zonas afectadas inicialmente, en particular a nivel de la columna vertebral y la pelvis, que pueden mostrar ciertas imágenes específicas. A veces se complementa con una resonancia magnética o con una gammagrafía ósea. También es necesario un análisis de sangre con marcadores de inflamación.
No existe un tratamiento curativo de la espondilitis anquilosante. Los síntomas de los pacientes pueden ser aliviados gracias a los antiinflamatorios y a los analgésicos en el período de brote. Las infiltraciones locales de corticosteroides también se utlizan en las articulaciones demasiado dolorosas. En caso de ser insuficiente el alivio del dolor con estos tratamientos, pueden darse otras moléculas a largo plazo como el metotrexate o el anti- TNF -alfa. Mientras tanto, las sesiones de fisioterapia también pueden mejorar los síntomas y luchar contra la evolución hacia la rigidez.