Como una infección dolorosa de la garganta, la amigdalitis es muy común en niños menores de diez años de edad. Es habitual que desaparezca después de unos días, pero en casos graves puede llegar a ser crónica. ¿Cómo se reconoce?, ¿cuáles son las posibilidades de curación? y ¿cuáles son las posibles complicaciones? A continuación, te explicamos.
La amigdalitis es una infección de las amígdalas palatinas (ubicadas al lado del paladar) o las amígdalas linguales (localizadas al lado de la lengua). A menudo, afecta a los niños menores de 10 años de edad, debido a que sus amígdalas son más grandes que en un adolescente o un adulto. Este tipo de infección puede ser transitoria y fuerte o crónica. Como resultado de la angina crónica, se puede presentar la amigdalitis caseosa.
En los niños, se trata de la amigdalitis hiperplásica, que es resultado de infecciones repetidas y un retraso en la adquisición de la inmunidad. En contraste, en el adulto, es la amigdalitis involutiva pasiva, donde la amígdala se vuelve perjudicial, comportándose como un depósito microbiano.
Su origen se debe a la acumulación de caseum, es decir, las células muertas que, después de ingerirse, comienzan a acumularse en las criptas (orificios pequeños que se encuentran en las amígdalas).
Los síntomas de la amigdalitis se manifiestan por dolor de garganta y dificultad para deglutir; enrojecimiento de las amígdalas acompañadas por la presencia de puntos blancos (placas de amígdalas); sensibilidad de los ganglios linfáticos al nivel del cuello, fiebre alta y tos. La amigdalitis de tipo caseosa se caracteriza por halitosis (mal aliento) y dolor de oído.
Entre las causas más comunes de la amigdalitis, se encuentra el tipo A de estreptococos, virus respiratorio (del resfriado o gripe) o la mononucleosis.
Una amigdalitis benigna generalmente desaparece en unos pocos días, después de un descanso y una buena hidratación. En caso de infección bacteriana, puede que un médico prescriba un tratamiento con antibióticos. Se espera que la extracción de las amígdalas (amigdalectomía) sea el último recurso, para los casos más graves y crónicos.
Existen dos tipos de complicaciones de la amigdalitis: las complicaciones supuradas y no supuradas.
La amigdalitis aguda supurada se caracteriza por la formación de un absceso en las zonas periamigdalina, parafaríngea o retrofaríngea.
En el caso de la amigdalitis no supurada, puede presentarse la escarlatina, fiebre reumática o glomerulonefritis.
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